29 marzo, 2015

:D

Hola gente (si es que alguien sigue pasando por aquí aún jajaj)
Tengo el agrado de anunciarles que DLT será publicada aquí:

http://www.wattpad.com/story/30716413-the-perfect-storm

No son los mismo personajes, pero en esencia será la misma historia.
Así que si quedaron con ganas de ver que sucedía al final no duden en pasar por allí :)
A mi pueden buscarme como OhSweety, pero como no tengo tiempo no publico nada propio.
Saludos! :D

14 enero, 2015

Hola!

Como se habrán dado cuenta acabo de subir todo Automatic. Lo subí tal cual estaba en el fotolog. Como no lo he editado hay muchos errores y aparece el número de capítulo original. Lo iré arreglando según tenga tiempo.

Lo hice más que nada porque se los debía por estar desaparecida tanto tiempo :)



~


Automatic /Capítulo 78

Epílogo.

- Tom, dice “ feliz cumpleaño”… falta una “s”. – Reclamó Sam, observando con reprovación el pastel que Tom le decorba a Alissa. Una decoración de última hora.
- Pero si no alcaza la “s”. – Se defendió Tom. – A demás… cumple sólo un año, “cumpleaños” es para cuando se cumplen muuuchos años. - Esto comenzaba a ser gracioso.
- No lo creo… quiero que la fotografía salga bien. No podemos tener en el album de fotos el primer cumpleaños de nuestra hija con un pastel mal hecho. – Sam se queja de nuevo.
- Ya no lo podemos arreglar… - Tom se encogio de hombros, mirándola divertido. Bill soltó una risita detrás de mi, tomé sus manos que rodeaban mi cintura y reí con él.
- ¡Mamá, Tom arruinó el pastel de Alissa!. – Chilló Sam.
- ¿Qué Tom arruinó qué?. – Emilie apareció en la cocina, tomada de la mano de su nuevo novio: Jared. Ella y Andreas habían terminado… ambos tenían nuevos novios, aunque yo estaba segura de que seguían queriéndose… aunque Emilie no me lo hubiese confesado aún. ¡No podía creer que fuesen tan tontos!.
- Nada, no arruiné nada. – Se defendió Tom, ahora las dos rubias estaban en su contra.
- El pastel, Emilie…
- ¡Mentira!. – Bill volvió a soltar una risita y tiró de mi. Caminamos juntos hacia la puerta de la cocina, que daba hacia el exterior. Esta casa nueva era genial… ¡Enorme!, con un montón de habitaciones y una cocina gigante, y lo mejor: mi habitación tenía un valcón.
- Pero… ¿Y si comemos la decoración y la hacemos de nuevo?. – Emilie y sus ideas. Su novio se hechó a reír y Sam lanzó un grito que no logré descifrar. Ya estábamos afuera…
- ¿Qué haces hoy en la noche, amor?. – Me preguntó, aún sin despegarse de mi espalda. Apoyé mi cabeza en su pecho e intenté mirarlo, pero el sol me lo impidió, me vi obligada a cerrar los ojos.
- Nada… no lo sé, lo que tu quieras. – Me encogí de hombros divertida. Bill me besó en la cabeza despacito.
- ¿Lo que yo quiera?. – Preguntó con voz sugerente.
- Ajam… - Bill suspiró.
- Ya veré que se me ocurre. – Reí… Bill siempre inventaba planes para los dos, era tan lindo… y original. Definitivamente yo estaba enamorada de él, muy enamorada.
- Pero que sea algo bueno. – Me separó de su cuerpo y em medio segundo ya me había dado media vuelta, haciendome quedar frente a él. Lo observé como una boba… me estaba sonriendo. Yo ya tendría que haberme acostumbrado a sus encantos, llevábamos mucho tiempo juntos… pero no, aún no podía dejar de maravillarme. Con cada gesto, cada palabra o con una simple sorisa, yo me convertía en una completa idiota.
- ¿Alguna vez he hecho algún plan que no te guste?.- Negué con la cabeza. – Cierra la boca, amor… hay moscas. – Se burlón. ¡Con que con esas adaba!. Cerré la boca de golpe, sintiendo como mis mejillas enrojecían al instante. Me dio vergüenza, siempre me hacía lo mismo, esperaba a tenerme como una boba para burlarse de mi, o convencerme de algo. Aparté la mirada y di media vuelta comenzando a caminar… hacia… ninguna parte. – Karla… - Me llamó Bil. No lo miré. Yo estaba “enojada”. - ¿A dónde vas, amor?. – Preguntó entre risas. – Oh, vamos, no te enojes, era una bormita… - Sentí sus pasos detrás de mi. Negué con la cabeza… oh, no… claro que no. Sólo a él le gustaba hacer bromas, yo no podía hacerlas porque él se enojaba. – Karla… - Se apresuró para tomarme de la mano. Intenté soltarme, pero como siempre, se me hizo imposible.
- ¿Qué?. – Pregunté con voz cortante. Bill me tiró, provocando que mi cuerpo chocara con el suyo, olí su aroma, muy cerca de su pecho y su cuello. Era tan irresistible y… aw.
- No sé porqué te ofendes tanto. – Me rodeó con sus brazos sin dejarme escapar. Enrojecí, y el corazón me comenzó a andar rápido. Siempre me pasaba lo mismo, como en el primer día.
- Te burlas de mi. – Me quejé.
- Pero… es con amor… - Rió, tomándome el rostro con una mano, mientras que con la otra me sujetaba de la cintura. Hizo que lo mirara… sentí mi rostro arder más fuertemente. Se mordió el labio inferior, observándome divertido. Él sabía que yo me derretía al ver cualquier gesto de su parte. – Te ves muy graciosa cuando estás sonrojada. – Bajé la mirada. ¡Se burlaba de mi de nuevo!. – Pero también estás linda. – Me besó fugazmente en la nariz. – Te amo, mi vida…- Lo abracé, sin poder resistirme. Levanté la cabeza estirando los labios, quería besarlo. – Es tu turno… - Susurró. ¿Mi turno?... ¡ah, si!.
- También te amo. – Contesté. Entoces él se agachó a mi altura, para asi poder besarme. Creí que iba a ser un beso, beso… un besote, vamos… pero en vez de eso, Bill se separó de mi, y me elevó en el aire, pegándome contra su cuerpo… comenzó a girar. Ya estaba acostumbrada a esto. Reí, apretándo su camiseta entre mis manos. - ¡Bill!. – Me quejé.
- Te amo taaaaanto, tontita. – Me dejó en el suelo, aunque no me solto, no me separó de su cuerpo ni siquiera un milímetro. – Tengo… vacaciones, creo. Son pocos días pero… - Podía ver un matiz de emoción en sus ojos. - ¿Me acompañas?.
- ¿Qué?. – ¿A dónde?.
- Tengo voletos para…
- ¡Karlie, tu papá y Juliette tienen que decirnos algo importante!. – Apareció Emilie en la escena, jodiendo todo el espectáculo.
- Emilie, estoy en medio de…
- ¡Es importante!. – La rubia interrumpió a mi novio, mientras nos hacía señas con las manos para que entráramos en la casa.
- Luego me dices, ¿si?. – Sonreí.
- Claro… - Se acercó a besarme nuevamente…
- ¡Oh, por favoooor!, ¡vengan ya!. – Definitivamente, lo suyo era molestar. Bill se separó de mi, aún sonriendo. Me sonrojé, Emilie nos había visto… y luego soltó mi cintura para poder tomarme de la mano y comenzar a caminar hacia la casa. Entramos detrás de Emilie, como no había nadie en la cocina nos fuimos al salón… estaban todos sentados en los sillones, ¡que eran un montón!. Bill y yo nos fuimos a uno pequeño, Alissa comenzó a gritar en cuanto nos vio, estirándo los brazos.
Es que la pequeña nos tenía mucho cariño, nosotros siempre jugábamos con ella. Me agaché para cogerla, antes de sentarme sobre las piernas de Bill en el sillón.
- ¿Qué es eso tan importante que nos tienen que decir?. – Preguntó Sam. Algo me decía que el sexto sentido de Sam ya sabía cual era la noticia.
- Es… una noticia inesperada. – Comenzó mi papá. Alissa tironeaba los colgantes de Bill, mentras este le susurraba cosas, para que los soltara. Obviamente la bebita no entendía nada de nada. Ella solo quería divertirse.
- ¿Qué noticia?. – Pregunté yo esta vez. Papá me miró… se notaba… emocionado.
- Pues que… Juliette… - Siguió papá.
- Estoy embarazada. – Interrumpió. Abrí los ojos como platos. ¿Cómo?.
- Tendrán un hermanito, o hermanita.
¿Otro bebé más?
¿No eran lo suficientemente viejos como para tener un bebé?.
Sus caras, sus sonrisas y la emoción contenida que podía ver en ellos… me decía que no se trataba de una broma.


Personalmente… creo que la felicidad total si existe. Vivo en la felicidad absoluta, aunque tengo muy claro que no durará para siempre. Sólo espero que no se acabe dentro de poco, porque la verdad es que estoy muy feliz con todo lo que tengo. Un padre genial, una madrastra que me ayuda en las maldades, una hermanastra y mejor amiga, unos amigos incomparables, el mejor novio del mundo… y ahora un nuevo hermanito… o hermanita. No podría pedirle a la vida algo más. Estoy muy agradecida.
La verdad es que jamás pensé que podría llegar a tener una familia así de numerosa, mucho menos pensé que tendría un novio al cual querría tanto, no planeaba enamorarme, ni hacer mejores amigos, ni tener una madrastra. No lo esperaba… ni siquiera lo estaba buscando. Simplemente llegó.
Cuando miro a Bill me siento tranquila. Puedo creer en él… y estoy segura de que lo nuestro durará por mucho tiempo más… recuerdo sus días de “automático”, cuando me observó por primera vez al subir a ese coche… o cuando me gritó en unas cuantas ocaciones antes de ser novios. Ahora todos esos sucesos se habían convertido en recuerdos agradables. Algo lindo que recordar… Me provocaba risa pensar en todas esas veces que me heché a llorar cuando Bill me gritaba. ¡Era tan tonta!, en ese momento me había afectado… pero ahora, mirándolo desde otro punto de vista, todo era diferente. Estábamos unidos, confiábamos en nosotros… el mundo era nuestro. ¿Qué más podria pedir?.
Amor, cariño… sobre todas las cosas, yo creo.
Quizás… tener felicidad eterna es algo difícil. Difícil como hacer que las rubias no sean tan chillonas, que yo no sea tan torpe, que papá no sea tan baboso por Juliette, que Andreas y Emilie se dejen de querer… difícil como hacer que Tom decore bien una torta de cumpleaños, difícil como lograr que Bill olvide a Annie. Tan… pero tan difícil como hacer que Bill deje de ser automático. Una misión casi imposible…
Si, claro.
FIN!!!

Automatic /Capítulo 77

Durante los días siguientes, yo intenté olvidar lo sucedido. Bill me había dicho que me apoyaría en esto y que si el podía hacer algo por mi, que se lo dijera. También había visto la posibilidad de llevarme a un psicólogo… pero no. Yo me las podía arreglar sola. Me daba un poco de vergüenza, en realidad, mucha vergüenza… al ver a Bill y recordar que se lo había dicho. Me daba la impresión de que él ya no me quería como antes y que me tenía un poco de asco. En realidad, si sentía asco hacia mi era del todo normal, supongo, porque yo también me sentía asquerosa al recordar todo eso… como sucia. Esos días, también estuve muy sensible. Lloraba por cualquier estupidez y me costaba dormir por las noches… pero a medida que el tiempo pasaba, yo volvía a olvidarme de todo y comenzaba a aclarar mis ideas y pensamientos. Bill me ayudaba mucho… estaba conmigo en todo momento, se notaba muy atento, me hacía reír, incluso a veces se burlaba de mi o me compraba helados. Era muy lindo conmigo, él siempre había sido lindo conmigo… pero ahora estábamos mucho más unidos de antes, ya ningún secreto nos separaba y todo era tan transparente como el agua… como el agua limpia, claro.
Nuestra casa, de mi nueva familia y yo, ya había comenzado a construirse… aunque aún tardaríamos unos cuantos muchos meses en tenerla lista, ya que era grande, por lo que llevaba mucho trabajo. Emilie y yo firmamos con la discográfica, el contrato… Los chicos nos consiguieron un manager o algo así… en realidad era “una”, porque era mujer. ¡Y era muy simpática!, a demás de que ella era una persona de confianza de los chicos. Bill tenía razón con respecto a las canciones, no cambiaron ninguna letra, porque yo no lo permití… pero si le pusieron sonidos y más instrumentos… a eso no me podía oponer. Aunque aún estábamos trabajando en el disco y nos quedaba mucho, mucho por hacer. No como el disco de los chicos, que estaba listo… se lanzaría dentro de poco. Yo era, realmente, muy afortunada, pues ya había escuchado todas las canciones antes que las fans. Aunque… yo ya me consideraba fan de los chicos, eran buenísimos, y sus canciones me gustaban mucho, a demás, eran muy pegajosas.
El tiempo seguía pasando, y Tokio Hotel comenzó a planificar su gira… Bill quería que me fuera con él, que estudiara por Internet y que no me separara de su lado. Pero, obviamente, papá se negó a damre permiso… y yo, por más que no quisiera alejarme de él, me tenía que quedar porque tenía un disco que grabar. Tenía cosas que hacer en casa, como cuidar a papá, pelear con él o ayudar a Juliette con sus cosas. A demás no podía dejar sola a Emilie, ahora éramos hermanas.
Me estuve haciendo la idea durante un largo tiempo, que no iba a ver a Bill en unos cuantos meses… pero eso sería en el futuro, en un tiempo más.
Llegó mi cumpleaños. Fue la mejor fiesta de cumpleaños de la vida porque estaba con las personas que más quería en el mundo. Los abuelos no había podido venir, pero tía Marie si había asistido. La celebración había sido todo el día… comenzando desde la mañana cuando llegaron todos a felicitarme cantándome la canción de feliz cumpleaños para despertarme. No podía creer que hubiesen madrugado para darme una sorpresa de ese tipo. Incluso Simone me hizo una torta, que por cierto, estaba riquísima. Me dieron regalitos, no eran necesarios… y los agradecí mil veces cada uno. Después almorzamos en casa, lo pasamos genial… y por la noche, por la noche Bill me llevó a otro lugar. Nos apartamos de la civilización, salimos de la ciudad, alejados de todo… y nos quedamos charlando hasta la madrugada, tendidos en la hierba. Fue una de las mejores veladas de mi vida, a demás, y como si fuera coincidencia… la luna estaba llena, gigante… y el cielo estaba repleto de estrellas, sin ninguna nube. Bill y yo hablamos muchas cosas cursis, nos reímos, jugamos, nos besamos, rodamos en el césped, caímos en unos arbustos, me lastimé una mano, seguimos riendo e incluso comimos. Yo estaba completa y estúpidamente enamorada de él, de eso estaba segura. Amaba estar entre sus brazos y sentirme protegida... amaba mirarlo a los ojos, quedar como una boba haciéndolo… observar su sonrisa, observar como la sonrisa se formaba en su rostro o cuando se mordía el labio inferior, o se pasaba la lengua por los labios. Era lindo.
También amaba cuando entrecerraba los ojitos por el sol, cuando me suplicaba que fuesen papitas en vez de chocolate, cuando se ponía celoso de cualquier chico que se atreviera a preguntarme alguna dirección o mi nombre en la calle… amaba cuando se despedía de mi, apretaba contra su cuerpo fuertemente y me besana en los labios, cuando nuestras narices chocaban y dolía… cuando él se ponía nervioso y sus mejillas enrojecían. Amaba su expresión de desesperación cuando mi padre lo metía en algún aprieto, y esa sonrisa de satisfacción que formaba en sus labios cuando ganaba algo o me demostraba que había tenido razón. Amaba la forma en como decía que me quería mucho y sus ojitos al reír. Me gustaba lo idiota que a veces se ponía cuando yo le ganaba en algo o cuando lo hacía enojar. Incluso amaba su faceta automática, su voz eléctrica y sus ojos fríos. Yo lo amaba, a él… completito, con virtudes y defectos… para mi era totalmente perfecto. Estaba enamorada de él, con todo mi corazón y es no cambiaría nunca, nunca… Jamás había pensado que el sentimiento de amor sería algo tan fuerte.
Antes de navidad, caí mientras me duchaba y me quebré la pierna. Sabía que algo así tenía que pasarme… pero como siempre, Bill me ayudó con todo…
Después él se fue, y yo me quedé en casa con la familia. Lo extrañaba, si lo admito… lo extrañaba mucho… pero él no dejaba de llamarme. A todas horas, en todo momento, en cuanto tenía oportunidad.
Aunque sólo fuese para decirme un “te quiero mucho” o “buenas noche, preciosa”. Igual lo vi durante esas semanas, no lo voy a negar… Papá me dejaba visitarlo algunos fines de semana. Iba el viernes por la noche y volvía los domingos por la mañana a casa. Durante esos días no nos separábamos… aunque lo pasábamos encerrados en hoteles… porque yo no lo visitaba cuando tocaba viajar… sería un estorbo. Mi novio, antes de ir de gira, me había comprado una pulsera… y en cada ciudad que iba compraba un dije para dármelo. Todos eran preciosos… Sólo a él se le podía ocurrir hacer algo así. Era genial.
Mi vida era genial. Con Bill las cosas eran mucho más fáciles. Él había sido mi salvación, aunque… él decía todo lo contrario. A veces comenzaba a inventar cuentos… me contaba sobre un ángel, un robot y el amor. No podía ser mas tierno. Yo pensaba que era más bien algo así como: La torpe, el robot lindo y el amor. Pero nunca le dije nada de eso, simplemente lo pesaba… ya que la idea del cuento estaba bien, era lo correcto. Aunque lo que más me gustaba de todo, era el final: Jamás se separaron, estuvieron juntos durante toda la vida, hasta quedar como pasitas… y fueron felices por siempre.
Quizás no sea para siempre, pero al menos por mi parte, haría todo lo posible para que así fuera.

Automatic /Capítulo 76

Capitulo 163.

La expresión de Bill se paralizo, se alejó de mi… y mientras lo hacía comenzó a bajar mi camiseta que anteriormente el mismo había subido.
- ¿Qué… qué pasa?. – Se corrió, para ya no estar encima de mi y quedarse sentado a mi lado en la cama, observándome. ¿Puedo ser más tonta?, no podía hacer nada que no fuese llorar y estaba segura de que Bill no tenía idea de porqué me comportaba así, yo no se lo había dicho. En realidad, no se lo había dicho a nadie. ¡Lo creía olvidado!, pero no… no era así. Yo había podido olvidarlo, aún lo recordaba perfectamente, todo… estaba tan nítido en mi mente. - ¿Karla?... amor, lo siento. – Llevó sus manos a mi rostro. No era su culpa, él… él no sabía. – Lo siento, lo siento mucho… - Me levantó, tomándome de los brazos. Quedé sentada en la cama, no sabía que hacer, los recuerdos volvían una y otra vez y yo no podía manejarlos, no podía evitar recordar todo eso. Me desesperaba… las sensaciones que invadían mi cuerpo no me dejaba pensar, ni poder reaccionar… tenía la impresión de que no podría dejar de llorar. – No llores, por favor… - Secó algunas lágrimas con sus manos. – No se volverá a repetir, lo prometo… pero tranquilízate. – No podía tranquilizarme. De verdad yo no… no podía. Por más que quiciera aclarar mi mente no podía olvidarme de eso. Bill, de alguna forma me había hecho recordar ese horrible momento. Negué con la cabeza sólo una vez, sin poder dejar de llorar, con esa mezcla de sentimientos en mi interior… Enonces Bill me rodeó con sus brazos. Como un acto reflejo quise alejarme de él, pero luego me dejé abrazar. Una de las manos de Bill fue directo a mi cabello y comenzó a acariciar mi cabeza meitras yo seguía llorando. – Tranquila… amor, no se volverá a repetir, lo prometo. – habló con voz suave. Ni siquiera esa voz tan dulce lograba hacerme sentir mejor. ¡No podía sentirme mejor!. Comencé a llorar más fuerte. - ¿Qué tienes?... me preocupes, Karla… ¿Qué pasa?. – Rodeé su cuello con mis brazos, yo podía confiar en él, no me iba a hacer daño… no. Él se había equivocado, cualquiera se equivoca… no pasaba nada. – Amor, ¿por qué lloras?. – Negué con la cabeza, no quería decirle… me avergonzaba, no. Me hacía sentir sucia, culpable… no podía contarle algo así a Bill. ¿Y si después dejaba de quererme por eso?... después yo le daría asco, repulción todo se acabaría entre nosotros. No… no podía. – Puedes confiar en mi, amor… - Intenté separar mi rostro de su camiseta, quizás para mirarme, pero yo no se lo permití, apretándolo mucho más fuerte contra mi. – Karla… sabes que yo te quiero mucho, amor, no me gusta que esté así. – Tragó saliva, lo sentí. – Quizás… quizás yo pueda ayudarte. Si es algún problema podemos solucionarlo juntos, hermosa… pero deja de llorar, por favor. – Comenzó a acariciar mi cabello de nuevo. – Estoy contigo, te quiero mucho… y si quieres desahogarte puedes confiar en mí. – Siguió hablando bajito. ¿Y si se lo decía?... no, no… eso era arriesgar demasiado. No podía decírselo, definitivamente no podía. Aunque el secreto me hiciera mal… Sabía que a veces desahogándose y contando las cosas… era mucho mejor, y también ayudaba a sobrellevar todo. Pero es que… argh, no podía. Y Bill… él era tan bueno conmigo… pero, pero él… me había contado un secreto, me había dicho lo que había pasado con Annie, me había contado la historia, había cofiado en mí. ¿Por qué yo no podía hacer lo mismo?, ¿contarle mi historia?, ¿lo que me había pasado a mí?... no, no, no quería perderlo. No podía perderlo por algo así. – Dimelo… ¿qué es lo que pasa?. – Nuevamente intentó separar mi rostro de su cuerpo, para mirarme, esta vez lo consiguió. Hipé, dejando de sollozar. Seguramente tenía un rostro horrible.
- Es… una historia fea. – Volví a llorar. Bill intentó limpiar mis lágrimas en vano. Observé su expresi´´on, esa mueca torcida y sus ojos… sus ojos no me gustaron para nada. No sabría describirlos.
- Puedes contármela, amor… estoy aquí para ti, para escucharte, mi vida… puedo ayudarte, ¿quieres?. – Negué con la cabeza. Me daba demasiada vergüenza, no…
- Na… die… nadie lo… lo sabe. – Dije entre sollozos escondiendo nuevamente mi cabeza en su camiseta.
- Me estás asustando. – Volvió a separarme de él. – Dime que pasó. Lo miré, hipando y sollozando como loca. Negué con la cabeza. – Dímelo, Karla. – su tono de voz había cambiado notablemente… a un too muy rudo, y eso me asustó.
- No… puedo. – Seguí llorando. Él sujetaba mi rostro entre sus manos. Cerré los ojos, no e gustaba ver su rostro preocupado.
- Dímelo. – Volvió a insistir. – Vas a decírmelo. – Volví a negar. - ¿Me quieres verdad?. – Volví a abrir los ojos, para mirarlo. Bill estaba loco. ¿Cómo no lo iba a querer?. Era totalmente ovbio que yo lo quería… Asentí con la cabeza. ¿A caso cabía alguna duda sobre eso?. – Entonces dímelo. No me preocupes, no me hagas sentir mal, por favor. – Su voz volvió a ser dulce. Y yo volví a negar con la cabeza. – Está bien, no me lo digas. Guardatelo todo, deja que te queme por dentro, no te preocupes por mi. – Reprochó, soltando mi rostro. Se hizo a un lado en la cama y se levantó, dejándome allí sola. Me paralicé… ¿Y si se enojaba conmigo por no contarle?, no podía dejar que eso pasara, yo lo quería mucho como para dejar que él se marchara, yo qería que me abrazara y me cuidara y… ¿y si se lo decía?... quizás me comprendía y, no lo sé… me apoyaba con todo esto, me ayudaba a olvidar… Me desesperé cuando vi que Bill iba hacia la puerta, tenía un nudo tan gigante en la garganta que me costaba respirar… incluso me costó poder decir las primeras palabras que mi impulsaban a contar mi secreto…
- Yo tenía nueve años. – Solté de sopetón. Bill se detuvo… y se dio media vuelta para mirarme. Me pasé la mano por la nariz y por los ojos. Intenté reprimir los sollozos y los hipos. – Casi diez. – Seguí.
Bill comenzó a caminar de vuelta hacia mi… volví a limpiarme los ojos. Casi sentí que volvía a entrar a esa época… - Yo era pequeña… - Hipé. – Yo no sabía… - Bill se sentó a mi lado, sentí sus ojos clavados en mi. Los ojos me ardían horriblemente… escocía, dolía. Pero mas dolía por dentro. – O quizás aún no entendía que existieran personas malas en el mundo… - Me limpié los ojos nuevamente. Con la otra mano apreté las sábanas… sintiendo como regresaba a esos días en Lituania… un lugar que nunca me gustó. – Ese día iba a la casa de una amiga después de la escuela. – Aún recordaba todo lo que le había rogado a mi padre para que me dejase ir… incluso me había echado a llorar. Era la primera vez que iría a la casa de una amiga, una compañera de la escula… a jugar. Mientras él trabajaba. – íbamos a jugar con las muñecas. – Me mordí el labio inferior. Aún recordaba a Krystal, con esa expresión desanimada que siempre tenía… ese cabello largo, rubio… y su calma al conversar y al jugar. Según ella, su mamá estaría en casa cuando llegáramos. Y nos prepararía un pastel… nosotras la íbamos a ayudar. Eso me había emocionado mucho. Hacer un pastel… - Y a hacer un paste con su madre. – Respiré profundo. Quería dejar de llorar, para poder darme a entender de mejor manera. Bill tomó mi mano, e hizo que soltara las sábanas… entrelazó nuestros dedos. – Llegamos a su casa… - Recordaba su casa a la perfección, era enorme, muy limpia y también olía delicioso…
Había quedado maravillada al verla. – Estaba su madre. – Una mujer muy simpática, creo. Sóla la vi en esa ocación. Recordaba que llevaba gafas e iba saliendo de su casa a paso rápido. – Nos dijo que iría a comprar cositas para preparar el pastel… - Miré a Bill, y aparté la mirada rápidamente, avergonzada. – Empezamos a jugar a las muñecas, Krystal y yo… ella tenía muchas muñecas. – Y muy lindas, las últimas que habían salido, las mejores. – Jugábamos en el salón. – Inclsuo recordaba la textura de la alfombra… y la mesita de centro a un lado… - Todo iba bien, muy bien… yo estaba feliz. – Sollocé. Me limpié las lágrimas una vez más… - Hasta que…
No. No podía decírselo. No sabía si era capás de hacerlo… me había acobardado.


Capitulo 164.

- Hasta que… - Me animó Bill, acariciando mis dedos con los suyos. Tragué saliva. Negué con la cabeza, intentaba de alguna manera borrar los recuerdos. No quería decíerselo. – Amor…
- No te enojes conmigo. – Y nuevamente, me pasé la mano po los ojos.
- Claro que no… - Sentia su mirada clavada en mi. Me sentía tan… tan avergonzada, tan asquerosa y… argh. Volví a hipar, intenté reprimir sollozos.
- Llegó su padre. – Cerré los ojos con fuerza. Recordaba su rostro, su expresió, sus ojos, su nariz, su bigote, su cigarro, su ropa, sus manos, su olor a humo, la fuerza que tenía, esa voz atormentadora… Lo odiaba, lo odiaba con todo mi ser.
. – Le dijo a Krystal que se fuera a su habitación… ella no… no quería peor él… la empujó y… se la llevó fuera de mi vista. Yo me asusté, y me quise ir… pensé que quizás él la había castigado por algo malo que había hecho… - Susurré, per aún así Bill me pudo escuchar. ¿Cómo podía haber sido tan inocente?. – Cuando regresó le dije que me quería ir. – Apreté los ojos con fuerza, tambien apreté los dedos de Bill, sin darme cuenta. – Él rió. – Jamás olvidaría esa risa, nunca. – Se agachó a mi altura, escupió humo de cigarro en mi rostro… y me… me dijo que… no iba a irme porque…tenía que hacer unas… cosas… antes. – Sentía la sangre abombada en mi cabeza. Me pasé la mano por los ojos de nuevo. – No quería que nada de lo que pasó… pasara, Bill, lo juro. – Ya había comenzado a desesperarme. – No… no quería, no sabía yo… no tenía idea, de verdad que yo no quería. – Lloré más fuerte, llevándome una mano a la boca. No quería contarle lo siguiente, lo que venía después, la otra parte de la historia. Bill se quedó en silencio, quizás esperando a que siguiera con la historia. Pero yo no podía. Así como estaba llorando no podía hablar. Bill me rodeó la espalda con uno de sus brazos, pegándome a su cuerpo.
- Tranquila, amor… - Noté que su voz estaba extraña. Me asusté pero o tuve el valor suficiente para poder mirarlo. – Tranquila… - Susurró. Su tono de voz no me gustaba para nada. - ¿Qué… que pasó después?. ¿Puedes decírmelo?. – Asentí.
Ya había llegado hasta aquí… Quizás Bill ya suponía que era lo que había pasado después. Esperé un momento, un par de minutos, mientras intentaba serenar mi llanto. Bill apretaba levemente mi brazo… quizás inentaba darme ánimos.
- Me persiguió por toda la casa. – Seguí. Hipé. Solté más lágrimas. – Pedí ayuda, pero no había nadie más. – Lo recordaba. Jamás había estado tan asustada… Nunca antes había gritado tanto. – Él cerró la puerta. – Tragué saliva. – Me atrapó… - La voz me salió ahogada. No me había dado cuenta de que estaba respirando tan fuerte. Noté que el cuerpo de Bill estaba rígido. – Le dije… que me dejara. Pero… n… no quiso soltarme. Y… y… quería quitarme la… ropa. – Si. Yo le decía que se apartara, y él me hablaba de lo más tranquilo, preguntándome si quería un cigarro, mientras me tomaba que sus grandes manos y no me dejaba ir. – Yo estaba llorando… y me movía… quería… quiería que me… me dejara. Me quemó mientras me quitaba la camiseta. – Y la cicatriz seguía allí. – Me… di… jo que si… seguía moviéndome… me… me iba a quemar mucho más… más fuerte. Le obedecí. – Ya no quería decir nada más.
- ¿Ese hombre te lastimó?. – Su voz sonó dura, aunque temblaba… ya comenzaba a oir su resppiración. Estaba enojado. No quise mirarlo y me limité a asentir con la cabeza. Mire nuestras manos entrelazadas. Ahora era él quien me apretaba, aunque no sentía el dolor. - ¿No se lo dijiste a Marc?. – Negué. ¿Cómo se lo iba a poder decir?, me daba miedo, vergüenza, no podía.
Ese hombre me había dicho que era mi culpa, que papá se iba a enojar conmigo si se lo decía… que me iba a odiar. Y yo le creí. Me había pasado el resto de la vida preocupada por eso… hasta que me había dado cuenta de que él no se iba a enojar… hasta que tratamos ese tema en la escuela, cuando tenía doce. Pero en ese entonces ya no estábamos en ese país y ya no volveríamos a ver a esa gente nunca más. No valía la pena recordar eso… cuando ya no se podía hacer nada. - ¿Porqué no se lo dijiste, Karla?.
- No… sa… sabía. – En realidad no quería explicárselo. Me sentía demasiado tonta.
- ¿Qué no sabías?. – Su voz seguía igual, estaba asustada. Me limpié los ojos… ya lo había dicho.
- Pensaba que… papá se iba a… enojar conmigo… por… por eso.
- Agh. – Bill soltó mi mano, se separó de mi y se levantó con brusquedar de la cama. Estaba enojado, eso era seguro. Observé sus zapatos… caminaba de un lado a otro, llevándose las manos a la cabeza. Observé su rostro, él no me observaba, miraba hacia arriba, hacia abajo… parecía un león enjaulado. Apretaba las manos en puño, cerraba los ojos, respiraba agitadamente… y yo seguía llorando como si el mundo se fuese a acabar. Pegué un salto al escuchar un fuerte ruido. Miré, pero nada en la habitación había cambiado. - ¿Cómo…?. – No temrinó la pregunta. Seguía con lo mismo. Le dio con el ppie al escritorio. - ¿Cúal era su nombre?. – Preguntó entre dientes.
- No lo…lo s…é. - ¿Y cómo iba a saberlo?.
- No lo…lo s…é. - ¿Y cómo iba a saberlo?.
Bill se detuvo. Lo miré hacia arriva… me llevé una gran sorpresa al darme cuenta de que sus ojos estaban húmedos. Bajé la mirada, totalmente avergonzada. Ahora no sabría como mirarlo a la cara.
- Marc es idiota, ¿cómo no se dio cuenta de lo que pasaba?, ¡es tu padre!. – Él no sabía… y no tenía porqué haberse enterado si yo no le había dicho nada.
- Es mi culpa… no suya.
- ¡Claro que no es tu culpa!, Dios, tenías nueve. ¡Nueve años!, una niña de nueve años no tiene responsabilidad sobre su vida. – Negué. Era mi culpa, para empezar, yo no tendría que haber ido a esa casa. – Tengo… tengo que hablar esto con él, Marc me va a escuchar…
- ¡No!. – Lo interrumpí, chillando. – Confié en ti Bill, no puedes decírselo. – Si Bill se ponía así… quizás cómo se pondría papá. No… a demas, seguro se sentía mal y quizas un poco culpable, yo no quería arruinarle estos días tan felices que pasába con Juliette.
- No debiste haber ocultado algo así. – su pecho se infló… y luego soltó todo el aire de sopetón.
- No se… lo digas… - Prácticmanete lo rogué. – Por favor. – Me quité las lagrimas con la mano y pestañeé repetidas veces, todo el tiempo había estado viendo nublado. El rostro de Bill me dejó impactada… estaba rojo, rabioso… su expresión era… era algo que yo nunca antes había visto en él.
- Está bien. Como quieras. – Suspiró. Se llevó las manos al rostro, las dejó caer, y luego me observó desde allí arriba. Tenía la mandíbula tensa y los dientes apretados, yo podía darme cuenta de eso. Hipé y me pasé por milésima vez la mano por los ojos. – Ese hijo de p…
- Calmete, Bill. – Lo iterrumpí. Si se ponía agresivo lo único que lograría sería hacerme sentir mucho peor. – Ya está hecho. – Solté con un hilo de voz. – No hay vuelta atrás, hay que olvidarlo. – Eso era lo que me había repetido muchas veces anteriormente. Muchas.
- ¿Cómo puedes decir eso?. – Espetó. - ¿Te dás cuenta de que ese hombre te…te…?
- Lo sé. – Lo interrumpí. – Pero ya pasó. – Intenté dejar de llorar. A lo mejor así a Bill se le quitaba la rabia. – No… hay nada que hacer ahora. – Bill suspiró. Volvió a sentarse a mi lado en la cama… apoyó los codados en las rodillas y su frente sobre sus manos.
- Tienes razón… - Murmuró en esa misma posición. Se quedo quieto, durante un tiempo que se me hizo eterno. Yo intentaba dejar de llorar… ahora tenía que ser fuerte. Ya había vivido con eso un montón de años y podía seguir con eso. No tenía que llorar más.
Bill se enderezó, me observó durante un par de segundos. – Lo siento mucho, mi amor… - Me rodeó con sus brazos, pegándome a su cuerpo. – Lo siento tanto. – Me apretó entre sus brazos. Me dejé abrazar… me hacía sentir protegida. Almenos… al menos no se había enojado conmigo.
Sentí como me besaba en la cabeza… y yo, como estaba tan sumamente sensible, comencé a llorar de nuevo.
Capitulo 165.

Tardé un poco en calmarme. Bill no dejó en ningún momento de decirme palabras bonitas, intentando consolarme. No pudimos ir a la cena en mi casa… ya que luego de haber estado deshidratándome me quedé dormida. Pero no hubo problema… al menos papá entendió y no se enojó ni conmigo, ni con Bill. Y eso era algo bueno… íbamos progresando.

Automatic /Capítulo 75

Capitulo 161.

Bill y yo llevábamos juntos casi un mes, faltaba poco para mi cumpleaños y también para el lanzamiento de humanoide, eso también era muy importante. Nosotros no peleábamos… o a veces sí, pero eran por cosas sin relevancia que acababan con risas y nada más, nos llevábamos excelente, incluso mejor que antes y estábamos muy cercanos. Cada día parecía quererlo más y más… ¡Es que el cariño no tenía límites! Nos veíamos todos los días, a veces yo lo visitaba y otras veces me visitaba él. También a veces me iba a buscar a la escuela y todo eso… y me trataba tan bien. Amaba pasar tiempo con él. Incluso, a veces… cuando tenía exámenes él me ayudaba a estudiar, aunque a decir verdad, no era mucho lo que estudiaba.
Hoy domingo por la tarde, Bill pasaría por mí a las tres, porque iríamos de picnic… a unos de los terrenos que tenían los Kaulitz por aquí cerca de la ciudad. Me duché como siempre solía hacerlo, ttomé una ropa muy bonita que me había comprado en una última salida de compras junto con Emilie. Lo único que me faltaba era arreglar un poco mi piel y cabello. Me haría algo diferente y es que ahora que lo pienso siempre había tenido mis ondas o el pelo lizo. Enchufé el ondulador y mientras se calentaba, pinté mis párpados con un color café muy lindo. En cada punta de mechón en mi cabello hice un rulo muy bien formadito… no me miré generalizando el peinado hasta que acabé y la verdad quedé muy conforme. Bajé a almorzar junto con mi papá, Juliette… Las otras dos habían salido a un control revisar si la bebita de Sam estaba sanita.
Me senté en la mesa junto con ellos y conversamos un buen rato, mi padre seguía un poco receloso con el tema de Bill, pero ya se le pasaría, mucho más si tengo a mi salvadora viviendo con nosotros.
Comí algo apurada, porque quería ir a la lavarme los dientes y esperar a que se me pasasara ese sabor de la boca. Me da algo de vergüenza saludar a Bill con un beso, siendo que tengo sabor a esa pasta dental… se siente pegajoso y iuuu… en fin, tragué, tragué, tragué hasta que por fin mi plato quedó blanco y limpiecito. Lo llevé al lavado de platos y agradecí por la comida, besándole en la frente a Papá y dándole una enrome sonrisa a Juliette.
Una vez lista, me senté en el sofá a esperar… tenía el reloj al frente haciendo tic toc, tic toc… y por fin las tres de la tarde. No tardé en poder ver por el ventanal el auto de mi novio y salí corriendo de la casa.
-¡Adiós papá! – Grité.
Estaba afirmado en la puerta del copiloto con los brazos cruzados y unas gafas de sol… Llevaba puesta la gorra que sujetaba todos sus dreadlooks, me sonrió de medio lado y cuando llegué a él abrió sus brazos para levantarme del piso y darme un corto pero delicioso beso en los labios.
-Hola, preciosa – Me bajó.
-Hola, ¿Cómo estás?
-¿Yo? Muy bien gracias - Abrió la puerta del auto para dejarme pasar - ¿Y tú? – Dijo afirmándose en la puerta.
-Muy bien, y mejor si nos vamos ya – Fruncí el seño.
-Como quieras, amor.
Subió el también al auto, por su puerta por supuesto, me sonrió y luego de prender el motor… tomó una de mis manos acariciándola con ternura…
Vi pasar casas, y más casas… luego de llegar al centro de la cuidad… yo solo miraba por la ventana y es que la verdad no sabía de qué conversarle. Un montón de tientas y edificios que tapaban la vista al sol se fueron desapareciendo, y casi al final del viaje ya iba arrugadita como abuelita por la luz cegadora. Miré a Bill y este tenía la vista puesta en la carretera, se veía muy gracioso serio y me puse a imitarlo. Miré justo al frente y no me moví, sabía que a él le parecería extraño y se fijaría en mí. No me equivoqué al momento después el se quejó… y se intentó hacer el enojado conmigo, pero obviamente yo sabía que lo hacía para asustarme. Afirmé mi mano izquierda al borde del asiento e intenté para darle un besito en la mejilla, pero se hizo a un lado y no me dejó.
-¡Hey! - Me quejé.
-Te burlas de mí – Regañó.
-No, yo solo te intento besar la mejilla, Bill – Y volví a intentarlo, y nuevamente me esquivó estirando el cuello hacía el lado opuesto.
-¡No! ¡Esperarás hasta que yo quiera! – Rió
-¿A sí? – Arqueé una ceja – Pues veremos.
Y luego de un rato cuando yo ya pensaba que Bill había olvidado el tema, fruncí los labios y rápidamente me fui en dirección a él para besarlo… pero fue más rápido y giró su mirada hacia mí y mis labios chocaron con los suyos.
-Eso fue mejor que un beso en la mejilla – Ronroneó y yo me sonrojé.
-Eres un tramposo
-No los soy…
-Si lo eres
-¡No lo soy!
-¡Que si! – Golpeé con mi mano el borde de mi asiento.
-Bueno bueno… pero ya llegamos.
Bajó del auto y fue en dirección a mi puerta. Me ayudó a bajar y luego de darme la mano y cerrar todo muy bien, nos fuimos en dirección a un lugar más indicado.
-¿Trajiste las cosas, Bill?
-Demonios – Susurró.
-Bill, ¿Cómo se supone haremos un picnic si no tenemos co… - Silencié.
Frente a nosotros teníamos una mantita a cuadros blancos y verdes, muy grande y arriba de esta una canasta envuelta en un nailon… seguramente para que no lograra ensuciarse con cosas que vuelan. Miré a mi chico y sonreía, creo que se burlaba de la expresión de mi rostro y sería porque simplemente estaba muy sorprendida con lo inteligente que era.
Nos sentamos uno al frente del otro y el abrió la canasta. Yo miré a mi alrededor y observé lo lindo del paisaje, el aire puro y sin contaminación… El cielo estaba con algo de nubes pero entre ellas dejaban ver un poco de celeste. Más allá y en dirección hacia nosotros se acercaban unas más espesas de color gris… pero faltaba mucho para que llegaran hasta Bill y a mí.
En una fuente blanca con unos dibujos de corazones y flores color palo de rosa, puso muchas frutillas y es que en un día de campo eran infaltables…
-Traje algo para ti – Dijo sonriente.
-¿Qué cosa? – Pregunté curiosa.
-¡Jugo de naranja! – Lo sacó de la canasta, estaba en una botella trasparente algo mojada porque estaba en hielo segura y probablemente para que no se entibiara.
-Uy… gracias – Me mordí el labio. – Huuummm, falta solo que saques chocolate para acompañar las frutillas.
-Bueno en realidad traje crema – Rió y yo me tiré sobre él.
Nos dimos un dulce beso y luego nos sentamos para juguetear todo lo que nos quedaba de tarde con la comida… o arrancábamos pasto y lo lanzábamos mutuamente. Me sentía tan feliz en ese lugar, junto a él… y estoy en un noventainueve coma nueve por ciento segura que él también.
Sentí que una gota calló en mi mano y la observé… luego la volteé dejando mi palma hacia arriba y poder ver mejor. ¡Claro! Comenzó a chispear… Tomamos todas nuestras cosas y salimos corriendo en dirección al automóvil. Pero como la reina de las torpes siempre mete la pata, no podía faltar que tropezara y callera salpicando fango en todas direcciones. Dejó las cosas nuevamente en el piso y me ayudó a poner de pié, pero cuando iba tomar mis manos, las levanté al airé y salpiqué su camisa, giró la cabeza hacia un lado, con tono de ‘’todo lo que haces tiene consecuencias’’ tomó un poco de tierra con agua y me la lanzó en mi pantalón NUEVO. No fue tanto tampoco… pero pasamos el momento de gracia, de seguro eso se lo diría a todos al llegar a casa.
Llegamos al auto y subimos sin antes dejar todas las cosas en la cajuela de este. Acomodé mi cabello que estaba algo mojado y le sonreí mientras encendía el motor. Tal como lo hice de ida, me iba mirando por la ventana y esta vez no lo molesté para que no se pusiera nervioso manejando.
Me gustaba Bill, realmente me gustaba, me gustba ver su rostro de perfil mientras manejaba con los ojos clavados en la carretera. Me gustaba observarlo morderse los labios o mojarlos con su lengua. Es sexy…y es tan lindo, en especial cuando me sonrié y me mira de reojo de vez en cuando…
Fui reconociendo las calles que estaban cerca de nuestras casas. Y a juzgar por la calle que tomó… y el movimiento del tránsito creo que pasaríamos a su casa primero… Y así fue, nos detuvimos ante su jardín un poco encima del estacionamiento que había.


Capitulo 162.

- ¿Vamos a tu casa?. – Pregunté, a las ocho teníamos que ir a casa para la cena, incluso Simone estaba invitada… pero faltaban un par de horas para eso.
-¿Acompáñame adentro si? – Hizo ojitos, a esos que no le puedo decir que no. Asentí. Siempre que íbamos a su casa lo pasábamos genial. Siempre encontrabamos que hacer… a veces jugábamos a las carreras de motos, o de coche y esas cosas, otras veces veíamos películas o por último podíamos mirar TV mientras no besábamos como los grandes idiotas que éramos, esta vez… Bill podía cambiarse de ropa y después podíamos esperar hasta las ocho para ir a la cena. Nos bajamos del coche, cerramos las puertas y luego nos acercamos a la casa.
Bill picó el timbre repetidas veces, pero al parecer no había nadie.
- Que extraño… - Dijo mientras sacaba las llaves del bolsillo trasero de su pantalón. – Seguro se fueron antes. – me miró. Me encogí de hombros, yo no sabía nada de nada… pero tampco me molestaba que se hubiesen ido antes… Bill y yo podríamos estar solos y pasar esas dos horas juntos sin ser molestados. Entramos en la casa cogidos de la mano y subimos las escaleras despacito. Es que había tanto silencio en ese lugar que daba miedo…
Nos metimos en su habitación y para terminar todo el tema silencioso, Bill encendió la radio… yo me encargué de sintonizarla en alguna emisora con esas canciones cursis… es que no podí decidir que CD escuchar, entre todos los que Bill tenía. Mi novio por mientras se cambió de ropa. Me había dicho que me podía prestar algo… pero daah… el barro se había secado con el camino y ya no pasaba nada. Mientras esperaba a que el regresara encendí el portátil, entré a Internet para entretenerme un poco y pasar el rato… entonces él regresó. Lo observé. ¡Se veía tan lindo!, incluso se había soltado las rastas, se veía estupendo. Le sonreí, él me devolvió la sonrisa… sentí que me derretía. Y después, como pude, aparté la mirada de él y la concentré en el portátil, para apagarlo. Cuando quité la vista del aparato me di cuenta de que Bill ya se había lanzado sobre su cama, boca abajo y tenía la cabeza enterrada en la almohada. Sonreí, estaba cansado. Me acerqué a él y me senté a su lado…. Y con mucho cuidado comencé a tomar sus rastas, jugando con ellas.
- ¿Qué haces?. – Me preguntó. Su voz se escuchó graciosa, la almohada le daba un sonido gracioso.
- Me aburro, Bill. – Lo piqué, es que… si nos íbamos a quedar así todo el tiempo…
Bill giró la cabeza y me miró divertido, con una sonrisa en sus labios. Lo observé como una boba, estoy segura…
- Entonces ven acá… - Tiró de mi, haciéndome caer sobre él. Reí… que tonto era a veces, y que brusco… Pero de odas formas era una lindura.
- Bill… - Me quejé. Entonces él, con un nuevo movimiento torpe y brusco se levantó, levantánome con él. Quedé sentada a su lado sobre la cama.
- Lo siento. – Me miró Bill, directamente a los ojos. Seguía con esa sonrisita en su rostro. – Es que… es que nada. – Se encogió de hombros divertido. Reí. Entonces él me tomó de la cintura y me pegó mucho a su cuerpo, para luego comenzar a besarme. No fue un beso tímido, como la mayoría de las veces, claro que no. Creo que Bill ya me tenía mucha confianza o que se yo… a demás, yo no me quejaba, a mi me gustaba besarlo. Pasé mis manos por alrededor de su cuello, pegándolo más a mi. Me gustaba que nuestros besos se volvieran cada vez más intensos, comenzaba a sentir cosas extrañas en el cuerpo, pero eran cosas agradables. Nos separamos un momento para tomar un poco de aire, ¡esto de besarnos aquí nos quitaba la respiración!, a demás, sentía las mejillas enrojecidas.
No tardamos en volver a lo nuestro, Bill con sus manos comenzó a acariciar mi espalda despacio, de arriba hacia abajo, rodeando mi cintura por encima de mi camisa… no me molestaba, él ya lo había hecho otras veces… pero aún así me ponía muy nerviosa, y bastante torpe. Bill cada vez fue acercándose más y más a mi, estábamos tan juntos que me vi obligada a echarme hacia atrás y más hacia atrás, hasta acabar recostada sobre la cama. Dios, como me gustaba sentir el piercing de Bill.
Ni siquiera me di cuenta cundo Bill dejó de besarme en la boca y comenzó a besarme cerca del oído… bajando hacia mi cuello despacio, me estremecí, sintiendo sus manos heladas en mi espalda, en mi cintura, bajo mi camiseta…
Fue en ese momento cuando caí en la cuenta de que Bill estaba sobre mi, dejándome prisionera entre la cama y su cuerpo, mientras me tocaba y me besaba. Me paralicé, abrí los ojos como platos cuando sentí como mi camiseta subía… las manos se Bill no estaban quietas y eso me hizo recordar… algo que no tenía que recordar. Intenté quitar esos pensamientos de mi cabeza, pero no pude evitar sentirme mal y comenzar a temblar… los ojos se me llenaron de lágrimas. Esto no podía estar pasando… me había costado tanto olvidarlo y superarlo… y ahora… ahora… ahora me sentía sucia, avergonzada. Bill no podía tocarme, no de esa manera.
Intenté decirle que se detuviera, pero estaba tan paralizada que lo único que pude hacer fue soltar un jadeo, mientras una lágrima se deslizaba despacio por mi cien. ¿Por qué me pasaba esto?. Bill no tendría que… él no.
Sus labios volvieron a subir por mi cuello, para apresar los míos nuevamente, sus manos cada vez se acercaban más y más a zonas prohibidas y yo cada vez estaba más y más desesperada y avergonzada. Que me dejara de una vez…
Y como su hubiese escuchado mis plegarias, sus manos se quedaron quietas, y despegó ligeramente nuestros labios. Aunque él aún seguía con los ojos cerrados…
- ¿Qué pasa?. – Preguntó. Su voz estaba extraña. Rozó sus labios con los míos despacio… pero ni siquiera pude disfrutar del contacto. El corazón me andaba tán rápido y me estaba costando tanto respirar. Iba a comenzar a llorar en cualquier momento.
- De… déjame. – Se me quebró la voz. Pero al menos pude decírselo… ahora… ahora él sólo tenía que alejarse de mí.
- ¿Q…qué?. – Separó su rostro del mío, observándome desde arriba con expresión confundida. – Karla, ¿Qué…?
- Aléjate de mi. – Solté brusca, comenzando a llorar.

Automatic /Capítulo 74

Capitulo 160.

- Entonces… me ayudas, ¿verdad, Juliette?. – Esta asintió, mierandome divertida. Ya le había comentado lo de Bill. Ella abrió la boca, para seguramente decir algo, pero antes de que pudiera decir palabra, picaron el timbre.
- Allí viene. – Alzó las cejas repetidas veces. Me sonrojé.
- Oh, ya basta… y prepárate. – Le hice ojtitos antes de correr hacia la puerta. ¡Dioos!, estaba nerviosa… no sabía que nos diría papá. ¿Y si se enojaba y ni siquiera Juliette podía convencerlo?. No… eso no iba a pasar. Él terminaría aceptándolo todo.
Abrí la puerta… y sí, era Bill. Sentí una sensación extraña en la boca del estómago.
- ¿Quién es?. – Preguntó papá desde su lugar en el sillón. Estaba mirando TV… Hay, Dios…
- Es Bill. – Contesté rápidamente. Le tomé la mano, para hacerlo entrar en la casa. Él se agachó un poquito para juntar nuestros labios despacito.
- ¿Está enojado?.- Me preguntó en voz baja.
- No… Sólo está… relajado, no pasa nada. – Tiré de Bill hacia el salón. Justo en ese momento Juliette apareció frente a nosotros, mirándonos con expresión graciosa.
- ¡Marc, creo que tu hija y Bill tienen algo importante que decir!. – Le gritó a papá, para que le prestara atención. Bill abrió los ojos como platos y apretó más mi mano.
- No te preocupes, Juliette está de nuestro lado. – Susurré en su oído poniéndome de puntillas. Luego suspiré. Ya me empezaba a poner nerviosa, muy nerviosa. Lo único que no quería que pasara era quedarme sin palabras cuando estuviésemos hablando con papá.
- ¿Qué pretenden ahora?. – Se acomodó en el dillón e cuanto nosotros llegamos al salón con Juliette a nuestras espaldas. Nos observó intermitentemente a cada uno y luego bajó la mirada hasta nuestras manos unidas. Frunció el ceño, y yo enrojecí. - ¿Es lo que yo creo?. – Preguntó con voz amenazante. – No quiero que me digan que son novios de nuevo, porque sabes que yo no te lo permitiré, Karlie. – Su expresión me dio miedo. Y no se de donde saqué el valor para poder contestarle.
- Papá… si somos novios de nuevo…
- ¡Sabes que eso no te lo permito!. – Me interrumpió, levantándose del sillón. Lo miré con los ojos abiertos al tope. Pero… pero ¿qué?. ¡Me estaba gritando!.
- Pero, Marc…
- Tu cierra la boca. – Le espetó a mi novio. - ¿No te vasta con todo lo que le has hecho?. – Se puso de pie frente a nosotros. Apreté la mano de Bill. Papá se estaba comportando como un torpe, me estaba comenzaod a enojar con él. ¿Cómo podía hacerme esto?, ¿cómo podía decirle eso a Bill?.
- Cariño… - Juliette entró al ataque… pero papá no se lo permitió.
- ¡No te pongas de su lado!. Karla siempre consigue lo que quiere, ¿te has dado cuenta?. Me desobedeces, antes no eras así, hija. – Puso su dedo índice frente a mi rostro. Fruncí el ceño… me estaba enojando. Y cuando me enojaba… pues yo me enojaba de verdad. - ¡Te lo prohibí y no lo harás!.
- ¡No me grites!. – Chillé, los ojos se me llenaron de lágrimas.
- Cariño, no lo pongas difícil… - Habló Juliette. – Si ellos quieren, estarán juntos igual, al menos te lo están diciendo. ¿O te gustaría que tu hija tuviera un novio a escondidas?. – Papá miró a Juliette con la boca abierta.
- Ese no es el punto. – Contestó secamente. – Yo te dije, Karla, que no quería que Bill y tu estuvieran juntos de nuevo. ¡Me desobedeciste!.
- No le hables así. – Me asusté al escuchar la voz de Bill. No sabía como Bill podía tener el valor para hablarle así a mi padre. – No es su culpa.
- ¿Es tu culpa?, te vas… Te vas de esta casa. - ¡Argh, como lo odiaba!, no podía hacerme algo así.
- ¡Papá!. – Me quejé.
- Marc, no creo que sea correcto que heches a Bill así. ¿Porqué no hablas con él?. – Pero papá estaba muy concentrado en fulminar a mi novio con la mirada que ni siquiera aescuchó a Juliette.
- ¿Porqué te comportas así?. – Le pregunté, con los ojos llenos de lágrimas, yo no quería llorar.
- No quiero que sufras de nuevo… - Me miró. Negué con la cabeza, él no entendía nada. ¡Su supiera entendería todo!. Pero, no… no podía decirle nada. Apreté la mano de Bill.
- ¿Y como crees que me siento ahora?. – Aún intentaba reprimir las lágrimas.
- Cariño, deja de ser tan agresivo… ¿no ves como esta la pobre?, la avergüenzas. ¿Porqué no hablas con Bill?. – Juliette al rescate de nuevo.
- Amor, ella… - Papá miró a Juliette, cambiado su expresión por completo. Cerró la boca en cuanto miró a su esposa. – Bien… - Volvió la vista hacia mi novio. – Lo siento, Bill. – Abrí los ojos como platos. Jamás habría pensado que el poder Juliette sería taaan fuerte.
- Y… - Lo animó ella.
- Y pueden estar juntos. ¡Pero no te pases de listo!. – Volvió a apuntar a Bill. Abrí la boca casi hasta el piso. ¿Así de fácil era todo con una mirada de Juliette?.
- Wow… gracias, papá. – Balbuceé.
- Gracias Marc… - Al parecer Bill estaba igual o más impresionado que yo.
- Pero esta es tu última oportunidad, ¿eh?. Nada más. – Volvió a amenazar.
- Marc… - Se quejó Juliette.
- Está bien, Juliette… - Dijo Bill. – No necesitamos otra oportunidad. ¿O si?. – Me preguntó. Enrojecí…
- N… no. – Negué con la cabeza mirándolo como una boba.
- Que bien… el asunto ya está solucionado. ¿Alguien quiere pastelitos?. - ¿Pastelitos?. Jo… Juliette era más que genial.
- ¿De que son?. – Pregunté, emocionada.
- Naranja. - ¡De naranja!. ¡Pero que día!, definitivamente (y sin contar el incidente de recien), era el mejor día de mi vida.
Comimos los pastelitos… papá y Bill se notaban tensos, y es que la rivalidad entre esos dos era algo demasiado notorio. Pero no le di impotancia… con el tiempo esa rivalidad iría desapareciendo. Si… papá terminaría acostumbrándose de todo esto. Él era así… primero no quería aceptarlo, pero finalmente le terminaba agradando la idea. Y estaba segura que él terminaría queriendo mucho a Bill, porque Bill me quería… y me cuidaba, y me hacía feliz… y papá quería lo mejor para mí, ¿no?.
Cuando ya se hizo de noche, Bill se fue. Lo fui a despedir a la puerta y quedamos para el día sigiente.

Automatic /Capítulo 73

Capitulo 159.

No sabía que decirle, nada se me venía a la cabeza, estaba totalmente en blanco y eso me ponía los pelos de punta. Siempre me pasaba esto, yo me quedaba muda y no sabía que decir. ¡Es que soy tan tonta!, debo reconocerlo… él… él se acerca a mí de esa manera y yo automáticamente me vuelvo una boba. Quizás… quizás… argh, quizás que cosas pasaban en este momento por la cabeza de Bill, todo iba tan mal. Y al parecer, él ya estaba comenzado a perder la paciencia.
- Karla… Si quisieras decirme la verdadera razón por la que ya no… - Se calló. Seguía observándome desde muy cerca, analizando mi rostro con el seño fruncido. Ni siquiera quería imaginar la expresión que yo tendría en este momento. Bill resopló, soltándome. – Es por Annie, lo sabía. – Espetó molesto. Quise, al menos, intentar decirle que no era por Annie, pero antes de que comenzara a reunir el valor y todo eso… él comenzó a hablar de nuevo. Con sus ojos clavados en mi. – Yo sé que tu piensas que… que solamente quiero estar contigo porque se parecen demasiado. – Yo no pensaba eso. ¿O si?... no, claro que no. – Pero no es así, déjame decirte que no es verdad, Karla. Yo te quiero por ser tú. ¿Me entiendes?... porque eres Karla, la chica genial, que se sonroja cuando cuando me acerco, que a veces se traba al hablar… me gusta esa Karla que le teme a las montañas rusas, que tiene accidentes inesperados… que toca guitarra y canta como una diosa, que le gusta el jugo de naranja… Me gusta la chica que tengo en frente, que justo en este momento me mira como si fuese un loco… - Me costó respirar. Yo… yo… agh, esto no era posible. Bill era tan… tan… él. Acarició una de mis mejillas con sus dedos, sin permitirme apartar la vista de sus ojos. No lo podía creer… De verdad él me quería por ser yo… yo, Karla. Y no por parecerme a su Annie. ¿Cómo… como era posible que esto pasara ahora?. – Me gustas. Yo… yo sé que es muy extraño porque también quiero a Annie, no digo que a ti no… tampoco que te quiera menos, bonita… pero… no sé como explicarlo. Me gusta tener a Annie presente en mí, siempre… pero también me gusta que estés tú. Amo pasar tiempo contigo, reír contigo… me haces feliz, yo… - Suspiró. Y no dijo nada más. Yo… yo lo hacía feliz. Esto estaba bien… era genial. Agh, es que no sabía que decir ahora, no sabía que hacer. Mis mejillas iban a explotar. – Sé que tu me quieres… ¿es así, verdad?. – Asentí levemente con la cabeza. Me sentía tan nerviosa que incluso podría haberme echado a llorar. Y es que… a demás de nerviosa estaba muy emocionada. ¡Bill me quería!, ¡y era tan lindo!... era, era como papá. A él le pasaba algo similar, podía comprenderlo… - ¿Entonces?. ¿Porqué ya no quieres estar conmigo?... – Tomó uno de mis mechones de cabello y lo acomodó detrás de mi oreja. Yo si quería estar con él… lo que pasaba era que no sabía como decírselo. No estaba segura de si podría hacerlo. A veces puedo llegar a ser tan tonta… incluso más tonta de lo normal, ¡mucho más!. – Si quieres podemos esperar a que se te pase un poco lo que sea que te esté dando… para que puedes decirme que piensas sobre esto. – Soltó una risita. Me sentí totalmente ridícula cuando él hizo eso. ¡A mi no me daba nada!, yo solamente me ponía nerviosa y, y… agh, seguro ahora Bill pensaba que era una “retrasada” o algo así.
- Estoy bien. – Bill, quien se estaba acomodando en la cama, seguramente para esperar a que “se me pasara”, se quedó quieto en el lugar y me miró sorprendido.
- En… ese caso… - Se volvió a enderezar, quedando muy cerca de mi. Buscó mi mano… y en cuanto la encontró, entrelazó nuestros dedos con cuidado. - ¿Porqué ya no quieres ser mi novia?. – Repitió la pregunta. Tragué saliva… y enrojeciendo hasta las orejas, y con un hilo de voz casi inaudible balbuceé:
- S… si qui… quiero. – La sonrisa en el rostro de Bill no pudo ser más grande. Con la mano que tenía libre tomó mi rostro y lo acercó al suyo, para besarme de verdad… mi pobre corazón estaba casi sin aliento. Aún así, disfruté del momento en que nuestros labios se juntaron a la perfección… y bueno… nos besamos.
Después de un pequeño lapso de tiempo, se separó de mi. Solté un poco su mano… me había dado cuenta de que casi estaba asfixiando la suya.
- Entonces… - Dijo muy cerca de mi rostro. – Dame un segundo. – Se separó un poco de mi, acercó la mano a la mesita de luz y tomó mi móvil. Volvió a dejarlo donde estaba enseguida. – ¿Es necesario que pregunte?. – Se volvió a acercar demasiado. ¿Preguntar?... ¿preguntar qué?. No comprendí.
- ¿Qué… que pregun.. ta?. – Rió de nuevo… se estaba burlando. Oh, vamos… yo no entendía, pero ese no era motivo para burlas… ¿O si?.
- Estás un poquito lenta… - Siempre es así, gracias. – No me mires así, no te enojes. -Juntó nuestros labios despacito… yo no podía enojarme con él. – No pensé que sería necesario pero… - Suspiró, aún con esa sonrisa en el rostro. Miré sus labios como una boba. - ¿Quiere ser mi novia, señorita hermosa de pocas palabras?. – Me entraron ganas de reír. ¿Señorita hermosa de pocas palabras?. – No es necesario que hables… puedes besarme, entonces me daré cuenta de que si quier… - Lo corté, juntando nuestros labios.
Sentí un hormigueo extraño en todo el cuerpo, ¡estaba tan feliz!. Esto era demasiado… Y eso que yo había dicho que o volveríamos a ser novios. Seguramente Bill es de esos que siempre obtienen lo que quieren, y yo era de esas enamoradizas idiotas que se dejan llevar.
Pasamos el resto de la noche juntos, conversando abrazados sobre todo lo que había pasado. Después de unos minutos yo había logrado recuperarme del “shock” y había dejado de ser tan idiota. Jo… creo que Bill lo agradeció más que yo.
Bill me habló todo el tiempo de lo mucho que me quería y no dejó de preguntarme si me molestaba por lo de Annie… yo me cansé de decirle que no me molestaba. Pero él seguía con el mismo tema todo el tiempo, quizás quería asegurarse.
No dormimos en toda la noche… y cuando amaneció simplemente nos duchamos y os cambiamos de ropa. Yo era la persona más feliz del mundo. ¡Tenía a Bill de nuevo!.
Y todo era mucho mejor, las cosas ya estaban resueltas y estábamos mucho más unidos que antes… o al menos yo lo sentía de esa manera. A demás, fue genial darle la noticia a todos… recibimos unos cuantos comentarios de “lo sabía” y también muchas burlas de parte de los chicos. Ahora, lo que teníamos que pensar era como decirle a mi padre. De tan sólo pensarlo se me ponía la carne de gallina… Si él supiera lo que había pasado con Bill lo entendería… pero como yo no planeaba decírselo, era todo mucho más complicado. Seguro papá pensaba que Bill era una mala persona, cuando en realidad no era así.
Bill y yo dormimos durante todo el viaje de vuelta a casa. Como llegábamos temprano, quedamos en ir cada uno a su casa para descansar unas horas y después el vendría a mi casa para hablar con papá… cuando llegara, claro, porque el vejo estaba en el trabajo.
Estaba pensando seriamente en decirle primero a Juliette lo de Bill, para que ella se preparara un discurso o algo para convencer a papá de que lo mío con Bill estaba bien, ella era mi heroína y yo confiaba en ella, estaba segura de que mi madrastra podría convencerlo. Papá la quería y siempre caía como un bobo y le daba la razón en todo. Quizás en eso nos parecíamos un poquito papá y yo… pero sólo un poquito.
Que nervios… papá me mataría, corrijo, nos mataría… a Bill y a mi.

Automatic /Capítulo 72

Capitulo 158.

Llegamos al hotel muy tarde y nos fuimos a dormir cada uno a su habitación. Ni siquiera tuve ánimos de espiar la habitación y simplemente me lancé a la cama a dormir. Estaba cansada… y en lo único que podía pensar era en Bill, en lo hermoso que era y en lo lindo que se comportaba conmigo… en que mañana era su cumpleaños y en las ganas que tenía de abrazarlo darle besitos y quererlo mucho. Ahora que sabía toda la historia no me molestaba en absoluto lo de Annie… no. Ella había sido, era y siempre sería muy importante para Bill… pero ahora no estaba y yo tenía que cuidarlo para que fuese feliz. Aunque no fuésemos novios y no pudiéramos serlo… era igual. A mi me encantaba pasar tiempo con él, lograr que se riera, que hiciera bromas y aw. ¡Es que era tan encantador!. A demás, que él me hubiese contado “eso” había provocado que nos uniéramos un poco más, me sentía muy cercana a él, como una amiga de las de verdad, verdad.
Desperté muy temprano en la mañana, estaba segura de que nadie estaba despierto. Pero aún así me levanté, me duché y me vestí rápidamente para después coger el regalo de Bill y correr a su habitación. Él dormía sólo, como yo. Ya que Sam dormiría con Tom… Y los otros invitados, pues no sé… no los conocía pero eran muy simpáticos.
No me molesté en picar la puerta y abrí sigilosamente… entré igual de calladita y luego la volví a cerrar. Busqué a Bill entre la oscuridad, y a medida que avanzaba hacia la cama podía ver mejor su silueta. Estaba durmiendo… casi cubierto hasta la cabeza con las mantas. Que ternura…
Me agaché a su lado antes de despertarlo, y, oh… no me resistí, sé que soy una idiota y una… una… desvergonzada pero… ¡Es que fue tan grande la tentación!, que no me resistí a pegar mis labios a los suyos suavemente. Enrojecí al instante y me separé de golpe. Bill se había movido un poquito. Ahora, me había entrado la duda si despertarlo o no. ¿Y si se despertaba de mal humor?... ay, no… no, no se podía despertar de mal humor porque era su cumpleaños, ¿verdad?, tenía que estar súper feliz.
Encendí la luz que había en la mesita de noche, al instante el rostro de Bill se arrugó y cerró los ojitos con fuerza. Reí. A lo mejor estaba siendo desconsiderada despertándolo a las diez de la mañana… uh, vamos… había tenido cerca de diez horas de sueño.
Aparté un par de cabellos de su rostro, para poder observarlo mejor.
- Bill… - Lo llamé. Pero lo único que conseguí fue que él se moviera un poco, haciendo un ruidito gracioso con la boca. – Bill… - Reí. Agachándome su altura. Intenté que mi corazón anduviera más lento. Bill volvió a hacer un ruidito, seguido de un bostezo. Era tan gracioso…
Llevé la mano a su rostro y acaricié su mejilla despacito… él no dijo nada más, se quedó muy quieto y podría haber jurado que no escuché su respiración por un momento. Finalmente, abrió los ojos poco a poco.
- Karla… - Murmuró cuando ya los había abierto por completo. Aunque luego los entrecerró, seguramente la luz le molestaba. Sonreí, y él sonrió de medio lado, aún con la cabeza afirmada en la almohada.
- Feliz cumpleaños. – Murmuré, ampliando aún más mi sonrisa. Dejé sin darme cuenta su regalo en la mesita de luz y estiré mis brazos para poder abrazarlo. Bill me devolvió el abrazo, apretándome fuerte contra su cuerpo.
- ¿Qué haces aquí tan temprano?. – Me preguntó, aún sin separarse de mi.
- Quería saludarte. – Me separé de él, encogiéndome de hombros.
Nos quedamos unos cuantos minutos conversando y aproveché de darle su regalo. Por suerte le gustó y me lo agradeció un montón de veces diciéndome que no habría sido necesario que le comprar un obsequio. Después, él se metió al baño para ducharse y vestirse. Yo lo esperé tendida en su cama pensando, obviamente, en como sería pasar el resto del día en ese parque de diversiones. ¡Sólo para nosotros!. Me subiría a tantos juegos y haría tantas cosas divertidas. Y es que me daban nervios y me emocionaba de tan sólo pensarlo.
Cuando Bill acabó de ducharse y vestirse, lo acompañé mientras se ponía maquillaje y se secaba el cabello… nos demoramos un montón… o bueno, él se demoró un montón. Después bajamos a almorzar al hotel.
Después de almuerzo, y antes de irnos al parque de diversiones le di el regalo a Tom, ya lo había saludado antes y el regalo era el único pequeño detalle que faltaba. Por suerte le gustó…
Y nos fuimos al parque de diversiones PRIVADO. Allí estaban otros invitados más. Saqué la cuenta de que en general éramos alrededor de veinte personas. Todos amigos o familiares de los Kaulitz. Obviamente, habían personas que yo no conocía… pero entre los que si conocía estaban Emilie, Sam, Georg, Gustav, Andreas y obviamente la madre de los chicos. La pequeña Alissa no nos había podido acompañar… un lugar como este no era para ella, por lo que se había tenido que quedar con Juliette.
Omitiré detalles sobre lo que ocurrió. Llegué frente a la montaña rusa y me aterré. Por más que intentaron convencerme y Bill de hacerme ojitos no pude, NO PUDE subirme. ¡Me daba miedo!. Me sentí tan tonta al no querer subirme a la mayoría de los juegos… y eso que estaba tan entusiasmada… al menos ya me había dado cuenta de que este tipo de cosas me daban terror. ¡A veces puedo llegar a ser taaan tonta!. Por lo menos no se burlaron de mi, y o me aburrí… casi nada. Es que, yo quería subirme a los juegos… quería gritar y divertirme como el resto… pero es que eran tan altos y tan rápidos… Me daba mucho miedo y de tan sólo mirarlos me daba pánico, comenzaba a tiritar y sentía nauseas. No fue lo que yo esperaba, pero al menos pude compartir con los gemelos, comí rico y me estuve riendo un rato con esa gente desconocida.
Nos fuimos del parque cuando ya iba a ser media noche. Algunos invitados se fueron enseguida a su casa, viajando de noche. En realidad, casi todos se fueron así. Y sólo nos quedamos nosotros, digo, los que yo personalmente conocía, en el hotel.
Definitivamente no fue gracioso que Bill se burlara de mi durante todo el viaje desde la puerta del hotel hasta nuestras habitaciones. Yo no quería decirle nada feo, era su cumpleaños y él podía hacer lo que quisiera… y eso, se lo había dejado muy claro.
Me fue a dejar a mi habitación, como todo un caballero. Lo malo, y no muy caballeroso, fue que él se auto-invitara a pasar dentro. Me había dicho que sólo quería hablar conmigo un rato porque no tenía sueño. En realidad, yo tampoco tenía sueño por lo que casi no me opuse para que él entrara.
- ¿Y a que mas le temes?, digo… a parte de las atracciones de un parque de atracciones… - Dijo por milésima vez riendo.
- ¡Bill!. – Me quejé, mirándolo con el seño fruncido. Yo estaba sentada en la cama, a su lado, mientras que él estaba estirado, como si de su cama se tratase, mirando el techo.
- Mm… - Rió. - ¿Cuánto falta para que mi cumpleaños termine?. – Me preguntó. Tomé el móvil de la mesita de noche y le di a cualquier tecla para iluminar la pantalla. Faltaban exactamente quince minutos.
- Quince minutos. – Le contesté.

- Perfecto. – Se enderezó en la cama, mirándome divertido. Fruncí el ceño… quizás que cosa pasaba por su cabeza en este momento. – Y… puedo hacer lo que yo quiera porque es mi cumpleaños, ¿verdad?. – Asentí. Si, eso había sido lo que yo había dicho. Hoy él era el rey, claro. Bill rió, rió sólo y no sé porqué. Luego me miró y de pronto se volvió serio. – ¿Te pondrás a reclamar si hago algo?.
- Depende de qué “algo” sea - respondí como si nada. Entones, y sin que yo me diera cuenta de sus intenciones, Bill me abrazó por la cintura, dejado su rostro muy cerca del mío.
- ¿Qué haces?. – Pregunté alarmada, no pudiendo separarme de él, sintiendo mis mejillas arder, mi corazón dar saltos dentro de mi pecho, el pulso de la sangre que corría por mis venas en los oídos…
- Lo que yo quiero. – Murmuró, acercando aún más su rostro. No tuve la fuerza suficiente como para alejarme de él. Simplemente me quedé quieta, sintiendo su aliento rozar mis labios…
- B… Bill, n… no… - Me vi obligada a dejar de hablar en el momento en que Bill juntó sus labios con los míos, muy despacio y luego se separó de mi. Dios, mi rostro iba a explotar, al igual que mi pecho con ese corazón alocado allí adentro.
- Karla… - Volvió a juntar nuestros labios y a separarse un poquito. – Desperté en cuanto entraste en la habitación. – Volvió a repetir lo anteriormente hecho. Me quedé de piedra. Con eso me acababa de decir que… que… ¡Ay, pero que vergüenza!. ¡Bill había estado despierto cuando yo… cuando yo había hecho ese estúpido contacto labial. ¡Dios!, y ahora yo estaba aquí como una tonta, rígida como una tabla, apresada entre sus brazos y sintiendo sus labios cada dos por tres posarse delicadamente sobre los míos. No supe que decirle… ni siquiera supe que hacer. Me estremecí, incluso llegué a sentir un poco de miedo. – No te pongas así, di algo… - Sonrió, para luego volver a juntar sus labios con los míos… - ¿Quieres que siga haciendo esto?. – Preguntó, volviendo a repetirlo.
No sabía si negar con la cabeza o… agh, preferí no moverme, quedarme como una estatua, de piedra… sin hacer absolutamente nada. - ¿Porqué… según tú, ya no quieres volver a ser mi novia?. – Abrí los ojos como platos. ¿Qué se suponía que tenía que contestarle?. Yo… yo lo quería ¡Y dios, como me gustaría ser su novia!, pero… no podía y no sabía por qué. – Quiero que me contestes. – Se alejó un poco más de mi rostro, para poder observarme mejor. Me mordí el labio inferior. Estaba segura de que sin contestaba sería alguna estupidez… no estaba en el mejor momento para contestar, ni siquiera podía pensar con claridad. – Yo te quiero mucho, hermosa. – Enrojecí a más no poder. Si antes estaba sonrojada ahora ya me parecía a un tomate. – Oh… - Su expresión cambió por completo en menos de un segundo. Desde una expresión risueña, coqueta y quizás un poco picarona, pasó a estar ¿preocupado?, ¿quizás un poco asustado?, no lo sé en realidad. – O es que… ¿es por Annie?. – Analizó mi rostro con la mirada. Precisamente por eso habíamos terminado. Por Annie. Pero en ese entonces yo no tenía muy claras las cosas, no sabía quien era Annie y no conocía su historia. Ahora, sinceramente no me molestaba lo que había pasado con él y mi prima. Ella era parte de él, y siempre lo sería… no se podría cambiar.
De todas maneras, si él me hubiese dicho antes lo de Annie, antes de que termináramos, quizás hoy seguiríamos siendo novios y yo seguiría con él como sin nada, respetando su pasado con Annie, respetando su amor por ella… sólo después de haberme asegurado de que él me quería de verdad, claro. No pretendía que me quisiera a mi y sólo a mi. Annie también ocupaba un gran lugar en la zona de “amores” en su corazón. Como… como mi padre con mamá. Él la quería mucho y siempre la había amado con su vida, pero ahora estaba con Juliette, él igual la quería… y wow, cuanto se le notaba. - ¿Puedes contestar aunque sea una de mis preguntas?. – Bill estaba perdiendo la paciencia. Asentí con la cabeza, queriendo salir de allí lo más rápido posible. Creía que tendría algo para decir, pero estaba tan nerviosa que ni siquiera podía abrir la boca. - ¿Y bien?. – Me animó, al ver que yo no decía nada. Llené mis pulmones de aire, intentado encontrar el valor escondido que en algún lugar de mi cuerpo se encontraba.
- N… no es po… por Annie. – Contesté, trabándome, haciendo el peor de los ridículos.
- ¿Entonces?. – En vez de burlarse de mi, me miró mucho mas serio… directamente a los ojos. Eso me dejó completamente aturdida… me hundí en ellos como si se tratase de un mar.
- N… o… no lo s.. se. – Alzó una ceja.
- ¿Estás nerviosa, se te olvidó, no quieres decirme o realmente no sabes porqué ya no quieres ser mi novia?.

Automatic /Capítulo 70

Capitulo 154.

- ¿Dónde estabas?. – Fue lo primero que escuche al llegar a casa. Papá había venido a mi encuentro… suspiré aliviada al ver a Juliette detrás. Con ella era mucho más fácil.
- Yo…
- No estaba con Emilie, ni con Andreas. – Afirmó papá. – Andreas esta de viaje, ¿lo sabías?. – Negué con la cabeza. No contaba con que Andreas estuviera de viaje. ¿Y yo como iba a saberlo?. Argh, tendría que haberme inventado una mentira mucho mejor. Pestañeé un par de veces e intenté sonreír de la forma más inocente que pude.
- ¿Dónde estabas?. – Me volvió a preguntar.
- Con Bill. – Murmuré. Sabía que su enojo no llegaría a nada más que no fuese regañarme, aunque igual me asusté un poquito al ver su expresión.
- ¡Te dije que no p…!
- Somos amigos. – Lo corté. – Sólo somos amigos y… los amigos… se juntan a conversar, ¿no?. – No me gustó ver su rostro rojo de rabia.
- ¿A conversar?. – Mi boca casi llega al piso. Su tno de voz no me había gustado para nada.
- Si, a conversar, pá. Me conoces, sabes como soy.
- Eres muy… argh, Karlie… no sé que es lo que tienes en la cabeza. Lloraste mucho por ese chico y ahora los perdonas así como así. – Por suerte ya estaba más calmado.
- Si. – es que tú no sabes nada, papá.
- Marc… yo creo que Karlie ya es grande para decidir que hacer con su vida y elegir sus amigos. – Asentí, dándole la razón a Juliette… mi salvadora. Papá la miró largo rato, quizás intentando hacer que su esposa cambiara de opinión… pero ella ni siquiera se movió, y de sostuvo la mirada todo el tiempo. Papá acabó soltando un suspiro.
- Bien… pero no quiero que vuelvas llorando. – Me habló con un tono de voz amenazante.
- Eso no pasará. – Dije muy segura de mi afirmación. Me dirigí hacia las escaleras con una sonrisa en el rostro… hasta que recordé que mañana saldría con Bill. Di media vuelta y miré a papá… - Oye, pá. – Me miró, prestándome atención. – Mañana voy a salir con Bill después de almuerzo.
- Pensaba que ibas a dejar a tus abuelos al aeropuerto. – Entrecerró los ojos, comenzando a enojarse de nuevo.
- Si… pero eso es en la mañana. A todo esto… ¿Dónde están?. – Pregunté.
- De compras.
- Ah… - Sonreí ampliamente. – Gracias por dejarme salir con mis amigos Bill mañana. – Acto seguido di media vuelta para seguir subiendo las escaleras.
- Eres un celoso, Marc. – Escuché como Juliette le decía a papá.
- No estoy celoso, estoy preocupado por ella. – Casi lo pude ver llevándose las manos a la cara.
- Pff. Bill no es mala persona, estoy segura de que… - Y no escuché más porque ya había llegado a mi habitación y había dejado de prestarle atención a su conversación.
Estuve con la guitarra alrededor de una hora, hasta que Emilie y Sam llegaron. También llegó toda la familia, mi familia, digo. Le conté casi todo lo que habíamos conversado con Bill antes de la cena. Incluso le dije que mañana saldríamos, obviamente no le dije donde… si le decía que íbamos a un cementerio ella me preguntaría el porqué y yo no quería hablar cosas privadas de Bill con Emilie… Después eso podía traerme problemas.
Compartí con la familia hasta alrededor de las doce de la noche, cuando el sueño me venció y tuve que irme a dormir. A todo esto, la bebé de Sam cada día estaba más hermosa. Era muy parecida a Tom, aunque tenía el cabello de Sam y sus pequitas… sus ojos no era azules, pero si de color marrón Y esa nariz pequeñita que tenía me encantaba, parecía un botón o algo así… y era tan suavecita. Como me gustaría un día tener un bebe, pero uno mía, sólo mío. Aish… aunque me daba un poco de nervio y argh, no lo sé.
Me puse el pijama y me metí en la cama. Por más sueño que tuviera, me costó dormir. Ocupé mucho de mi valioso tiempo de sueño en pensar… pensar en Bill, en Annie… en ese cementerio, en la canción, la discográfica… y nuevamente en Bill. Bill… no me lo podía quitar de la cabeza. Tan sólo con recordar su nombre sonreía como una boba… y cuando recordaba las épocas de cuando éramos novios me ponía nerviosa, aunque él no estuviera y se me subía el color a las mejillas. Podía sentir esas cosquillas en el estómago, que más que mariposas parecía una verdadera manada de elegantes… todo era tan confuso y yo lo quería tanto…

A la mañana siguiente desperté con mucho más ánimo que el normal. Me puse unos jeans, zapatillas y una camiseta luego de ducharme… y como no alcanzaba a arreglarme más, fui con el pelo mojado y sin maquillaje a dejar a los abuelos, y la familia de tía Marie al aeropuerto. Me despedí de ellos con un abrazo, deseándoles un buen viaje… es que los quería mucho. Les prometí que esta vez sería yo quien los visitaría para navidad, aunque aún quedaba mucho tiempo para eso.
Después de dejarlos en el aeropuerto fuimos a almorzar donde las rubias. Tenían una comida riquísima, pero no me se el nombre del plato… tuve que irme a penas terminé mi almuerzo… tenía que arreglarme un poco, para que Bill no me viera así de desastrosa.
Llegué a casa cerca de las tres de las tarde. Estaba segura de que Bill iba a llegar dentro de poquísimo, por lo que corrí al baño a cepillarme los dientes, el cabello y a ponerme maquillaje en los ojos. No me tardé mucho… después, arreglé un bolso con lo necesario y aproveché de meter allí dentro la hoja con la letra de esa canción que ya no quería. Se la iba a dar, aunque me muriera de vergüenza cuando él la leyera. Picaron el timbre justo cuando estaba cerrando mi bolso. Me apresuré en bajar las escaleras, conté hasta diez y abrí la puerta.
- Hola. – Me saludó Bill con una sonrisa.
- Hola, ¿cómo estás?. – Me puse de puntillas para besarlo en la mejilla.
- Nervioso… - Se hizo a un lado, para dejarme salir y cerrar la puerta.
- No estés nervioso, Bill. – Él no tardó en tomar mi mano. Me sentí un poco incómoda con el contacto, pero me gustaba… ¡Ay, cuando me gustaba estar cerca de Bill!. Abrió la puerta del coche, como un caballero y me dejó pasar… después cerró la puerta. Me acomodé y en eso Bill ya se había subido. Encendió el motor…
- ¿Y tú como estás?. – Me preguntó luego de unos minutos de silencio.
- Muy bien… - No le iba a decir que también estaba nerviosa, eso lo pondría aún más nervioso y eso era algo que yo no quería hacer.
- Me alegro de que esté bien. – Sonrió, con los ojos clavados en el camino.
- ¿Sabes dónde es, verdad?. – Le pregunté, para asegurarme.
- Si… - Rió. Me sentí tonta, era obvio que él lo sabía.
Capitulo 155.

Detuvo el coche al llegar. Me bajé al mismo tiempo que él y cerré la puerta… aún no entrábamos al cementerio pero ya me sentía como si estuviese allí. No es mi culpa ser tan gallina y tenerle miedo a casi todas las cosas. Había estado reuniendo valor toda la mañana, así que… ahora tenía que entrar, a demás, si yo no entraba ¿cómo lo haría Bill?, él me había dicho que Tom ya se había cansado de acompañarlo porque él siempre se arrepentía. Así que prefería mil veces que volviéramos sin haber visitado a Annie por su culpa, que por mi culpa. Sin duda, él era el más afectado pero… en todo caso, prefería lograr el objetivo. No había estado reuniendo valor toda la mañana para nada.
Cruzamos la puerta gigante del cementerio… todo se veía muy bonito, como si fuese solamente un parque. Aunque yo muy claro sabía que esto estaba muy lejos de ser solamente un parque.
Supuse que Bill sabía donde estaba la tumba de Annie, donde yacía su cuerpo durmiendo para siempre. Me limité a seguirlo en silencio… mientras miraba los arreglos florales que reposaban en el césped, junto a las lápidas con los nombres de cada persona ya fallecida. Me di cuenta de que Bill llevaba algo en la mano, y ese algo era una rosa… era blanca y muy hermosa. Me estremecí al pensar como se estaría sintiendo Bill en este momento. No podía ver su rostro, ya que yo iba un poco más atrás…
Seguimos caminando, era un camino de piedras que atravesaba todo el cementerio a la mitad… habían también unos árboles inmensos, sus hojas se movían tranquilamente al compás del viento cálido. Bill fue caminando cada vez más despacio, yo lo alcancé hasta quedar a su lado… y luego él se detuvo.
Me situé frete a él para observar su expresión. Se notaba… no lo sé, no sabría describir su expresión.
- ¿No te estarás arrepintiendo o sí?. – Pregunté. Bill miró a su al rededor, rogué en mi interior para que él no dijera algo así como “estamos perdidos”.
- ¿Y si… mejor volveremos y nos tomamos un… un helado?.- Fruncí el ceño. Seguramente me estaba pasando lo mismo que a Tom le había pasado muchas veces al acompañar a Bill.
- Oye… - Suspiré. – Vine aquí para acompañarte a visitar a Annie, no a tomar un helado, no quiero un helado, quiero que visites a Annie. – Me avergoncé luego de haber dicho todo eso, mi voz había salido casi desesperada. Bill no dijo nada, y pude ver el miedo en sus ojos. Me mordí el labio inferior, pensando que hacer. Bill no se podía ir, encima había comprado una rosa hermosa para Anne, no se podía ir así como así. – Si quieres podemos ir juntos… tu me puedes acompañar a visitar a mi prima. – Tomé su mano. - ¿Me acompañas?. – Quizás si poníamos las cosas al revés todo iba mejor.
- Bu… bueno. – Comenzamos a caminar.
- Sólo tienes que decirme donde queda, porque yo no lo sé. – Solté una risita, Bill no respondió nada, simplemente apretó mi mano. Seguimos caminado un poco más. ¡El parque era inmenso, ya ni siquiera podía ver la entrada!. Que aterrador sería perderse en un lugar como este.
Nos detuvimos… o mas bien, Bill se detuvo e hizo que yo también me detuviera.
- Allí está… - Señaló. Intenté mirar, pero había lápidas por todos lados, no tenía muy claro cual era. – Está justo debajo de ese árbol. – Murmuró.
- Vamos… - Lo animé, comenzando a caminar. Lo llevé sin soltar su mano hasta que estuvimos bastante cerca. Mi corazón comenzó a apresurarse y comencé a temblar aunque estoy segura de que Bill estaba peor que yo. Cuando pude divisar el lugar, solté la mano de Bill. A lo mejor quería ir sólo… quizás quería un poco de privacidad. Pero él la volvió a coger y esta vez fue él quien me llevaba. Habíamos cambiado nuevamente los papeles.
- ¿No quieres estar sólo?. – Le pregunté, ya casi llegando.
- Quiero que estés conmigo. – Me miró de reojo y luego volvió a posar los ojos en su objetivo. Me mordí los labios, nerviosa…
Llegamos. Me sorprendió al encontrar su lápida repleta de flores… de todos colores, todo tipo. Unas más marchitas que otras, pero sin duda todas eran hermosas. Me pregunté quien las habría dejado allí.
- Tom, Sam y Andreas pasan seguido por aquí… - Dijo Bill, como si me hubiese leído la mente. – Chels también viene de vez en cuando… estoy seguro d que su padre también la visitó, los visitó… - Corrigió. Me entró la duda de si su hermano también estaría aquí. – Y yo soy el único idiota que no se animaba a venir. – Soltó mi mano. Miré mis pies… y me alejé un poquito. Seguro Bill tenía algo que decirle o que se yo, no quería incomodarlo… y como no dijo nada para que no me alejara, di por hecho mi trabajo. Lo había acompañado a visitar a su querida Annie. No quise mirarlo, para darle privacidad.
En eso… miré el nombre de la lápida del lado. Era la lápida de su hermano… tenía el mismo apellido, incluso. También tenía flores, aunque no tantas como Annie, por lo que se podía ver una foto del chico… era mi primo, y no era nada feo. Me dio un escalofrío en todo el cuerpo… ya no estábamos al sol y hacía mucho más frío debajo de un árbol…
Caminé lentamente a la siguiente lápida. Y gran sorpresa me llevé al darme cuenta de quien se trataba. Era la esposa de tío Aügust, la madre de mis difuntos primos. Había olvidado cuando papá me había dicho que su madre estaba muerta. Que tonta puedo llegar a ser a veces. Sólo había un pequeño arreglo de flores encima del césped… sólo eso para esta madre. Recordé a la mía. ¿Su tumba tendría flores?... a puesto a que sí… Los abuelos la visitaban constantemente, tía Marie también.
Miré a Bill luego de haber calculado un tiempo necesario. La rosa blanca reposaba sobre el césped. Me sentí un poco mal al recordar todo lo que Bill me había contado… también me sentí muy mal al recordar como habían muerto ella y su hermano. Su familia había sido muy desdichada. Seguidamente miré a Bill. Quedé de piedra cuando me di cuenta de que estaba llorando, mirando fijamente el lugar donde el cuerpo de Annie se encontraba.
Me acerqué a él, sin saber si hacía lo correcto… y lo abracé. Él me rodeo con uno de sus brazos. Me entraron muchas ganas de llorar a mi también, soy tan débil y tan tonta que me cuesta contenerme.
- Ya no llores, Bill. – Dije despacio, tragándome las lágrimas. Giré la cabeza para mirar su rostro. No me gustaba ves sus mejillas empapadas en lágrimas, mucho menos ver sus ojos tan bonitos rojos y húmedos. – Si lloras me pongo triste… - Dejé de abrasarlo para limpiar sus lágrimas con mis dedos. – Estoy segura de que Annie tampoco quiere que llores… - Me mordí el labio inferior. Pero él no dejaba de llorar y yo ya comenzaba a desesperarme. Tomé sus mejillas y las acaricié despacito con mis dedos. – Si no quieres dejar de llorar por mi, deja de llorar por Annie… estoy segura de que ella te mira justo en este momento y se pondrá muy triste si te ve así, Bill. – Limpié nuevamente sus lágrimas. – ¿Puedes hacerlo por Annie?.
- ¿Por… las dos.? – Murmuró. Eso me recordó a papá. Sonreí ampliamente y asentí con la cabeza.
- Puedes hacerlo por las dos. – Entonces Bill rodeó mi cintura con sus brazos y me apretó contra su cuerpo fuertemente.
- Gracias por acompañarme… - Murmuró muy cerca de mi oído. Me estremecí… ay, Dios…
Capitulo 156.

Nos separamos avergonzados… Las mejillas de Bill tomaron un tono rosa y las mías seguramente estaban peor. No supe que decir y Bill se encargó de limpiar sus lágrimas. Ya no sabia que hacer, a demás estaba nerviosa y aish… tenía tantas ganas de besarlo. Estos son los momentos en que me doy cuenta de que soy una idiota. Estamos frente a la tumba de Annie, Bill está triste y a mi me dan ganas de besarlo, es totalmente absurdo.
- Amm… eh… ¿Quieres… quieres que tomar un helado ahora?. – Me preguntó Bill. Asentí, bajando la mirada. Ya nos íbamos. En parte, me quería ir… aunque también me sentía un poco mal porque quizás Bill se quería quedar más tiempo o que se yo. Bill me tomó la mano, de nuevo… me dio la impresión de que mi mano ardía en llamas, aún así nos las separé porque me gustaba sentir sus dedos entrelazados cono los mío, y como he dicho anteriormente: no tengo la fuerza de voluntad suficiente como para separarme de él.
Comenzamos a caminar sobre nuestros pasos cogidos de la mano…
- ¿De verdad crees que Annie me está mirando desde algún lugar?. – Preguntó.
- Si. – Respondí segura. Y es que realmente estaba segura, desde pequeña siempre me lo habían dicho, pero con mi madre… que ella me estaba observando siempre. Papá también lo decía para que no hiciera cosas malas. Y yo, obviamente, como no quería que mamá se enojara, intentaba portarme bien. Aunque era una niña y a veces hacía algunas travesuras o que se yo.
- Entonces… si me mira a mi, también te ve a ti, porque estás a mi lado. ¿Qué crees que opine si nos ve así… de la mano?. – No me había detenido a pensar eso, pero ya tenía muy clara la respuesta.
- ¿Eres feliz tomándome la mano?. – Le pregunté a Bill. A este le subió el color a las mejillas nuevamente y asintió. – Entonces ella piensa que está bien… porque te quiere y desea que seas feliz. – Sonreí levemente. Sabía que mis ideas eran del todo infantiles… pero era lindo creer que el mundo era así, ayudaba a tranquilizar el alma y el corazón.
- Eres linda. – Bill me devolvió la sonrisa.
No dijimos nada más hasta salir del cementerio. Nos subimos en su coche y nos fuimos de allí. No mentiré, pude respirar aliviada una vez fuera de ese lugar. Es que me sentía incómoda en sitios como ese.
Bill y yo seguimos saliendo por todo el resto del mes. Cuando podíamos, claro. Hubieron un par de días en que tuve que ir a la discográfica, con respecto a eso, todo iba perfecto.
Los días pasaban rápido y cada día iban mejores. Me encantaba hacer reír a Bill, conversar con él, pasar tarde enteras recostados en el césped del parque cercano a su casa, hacer bobadas en los juegos infantiles, que por cierto… estaban desiertos, me gustaba también cuando él me llevaba en su coche a ver la ciudad y yo me bajaba a comprar los helados, o cuando me contaba entusiasmado que habían terminado una canción más y que todo iba de maravillas… con respecto a eso, los chicos ya habían decidido el nombre del álbum… se escribiría igual en los dos idiomas y sería: Humanoid. Me parecía un buen nombre… a demás, era originar y todo eso. Me encantó. Y a los chicos, obviamente les encantó la canción que escribí, aunque Bill no les dijo que era mía. Y cuanta razón tenía al no decirles, porque luego no iban a querer grabarla… era un secreto de los dos. Incluso Tom le había inventado una melodía en la guitarra muy diferente a la mía… pero igual quedaba muy bien, Bill y Tom la habían tocado para mí porque Bill le había dicho a Tom “que a mi me iba a gustar”. ¡Como si no conociera la canción desde antes!.
Retomé eso de ir dos veces a la semana a tocar a ese local del amigo de Tom. Habían unos días en que Bill nos acompañaba, pero también comprendía que él quisiera descansar.
Con los días… papá comenzó a aceptar mi nueva amistad con Bill y ya no se enojaba tanto. Nuestra futura casa entró en construcción, las clases comenzaron y yo fui nuevamente a la escuela. Allí me encontré con esas personas que había conocido hacía meses… aunque el año comenzó bien y conversaba con casi todos, prefería sentarme en clases y pasar las horas de descanso con Emilie. Ella era como mi hermana… y era algo genial y extraño a la vez.
Como Andreas iba a buscar a Emilie a la escuela, Bill también me venía a buscar cuando podía… me compraba un helado, o mas bien lo compraba yo y después me dejaba en casa. Aunque, cuando no tenía nada que hacer para la escuela pasaba a su casa. A veces me negaba a hacerlo, porque me sentía como un estorbo para él e incluso para Simone, pero Bill siempre terminaba convenciéndome con que a él le gustaba tenerme cerca y Simone se ponía feliz cuando iba.
Y yo… como soy tan… no lo sé, terminaba aceptando ir. Y es que no podía decirle que no a Bill… era tan lindo y tan atento conmigo… a demás me gustaba y lo quería tanto…aw, y es que con cada cosa que hacía, con cada gesto, cada palabra y cada mirada hacía que me gustara cada vez más y más y que mis ganas de abrazarlo, apretarlo, besarlo y decirle cuanto lo querían aumentaran un montón. Yo intentaba ser fuerte, claro y resistirme a todo eso… pero si Bill seguía así de encantador… aish.
A demás, ya estábamos en una fecha próxima a su cumpleaños… digo, el cumpleaños de los gemelos, primero de septiembre, una fecha importante, sin duda… porque a demás de su cumpleaños, la pequeña Alissa cumplía dos meses de vida… una hermosura.
Aproveché uno de los días en que Bill no podía ir a buscarme para ir a comprar los regalos con Emilie. No tenía idea de que se le podía regalar a los chicos… de todas formas, estaba segura de que el regalo les gustaría igual. O harían como que les gustaba mucho, quizás.
Me demoré un montón en poder elegir los regalos adecuados, ni siquiera estaba tan segura cuando los compré, pero… en fin. Era eso o nada. Como a Bill le gustaba eso de llevar colgantes y ese tipo de cosas, le compre uno bastante lindo y también muuy caro. Y a Tom, como no sabía que comprar y una película triple equis no era una opción, le compré un reloj. Quizás le gustaba, quizás no… pero lo que vale es la intención.
Una semana antes del cumpleaños, que caía día martes, Bill nos avisó que se realizaría en un genial parque de atracciones… fue emocionante recibir esa noticia, porque a demás, le parque sería sólo de los gemelos y los invitados. Mucho más genial fue saber que papá y Juliette no irían. Ellos tenías que trabajar y se les hacía imposible ir. Aunque Emilie y yo si podíamos. Sería como un sueño hecho realidad. No me sorprendería si para el año siguiente se conseguían alguno de esos parques de Disney, un crucero o una nave espacial. ¡Dios!, cómo me gustaría poder conseguir un parque de diversiones para mi cumpleaños. Ay, es que… no importaba que el parque quedara lejos… es más, todo sería más divertido porque nos iríamos en día anterior, dormiríamos en un hotel… pasaríamos el día del cumpleaños en el parque… luego volveríamos a pasar la noche en ese hotel, y finalmente volvíamos a casa. Tendría que faltar a clases esos días pero no había problema. ¡Era tan genial!. La vida de estos chicos era tan… extravagante. Como me gustaría vivir así. Algún día podría darme todos esos lujos, cuando fuera famosa. Si, definitivamente cuando fuera famosa tendría una vida de lo mas alocada y entretenida. Visitaría a todos mis amigos muy seguido, me compraría un perro, un apartamento con vista al mar, un auto color rosa e incluso un avión. ¡También podía tener un yate probado!. Uy, que lindo podía ser soñar… porque, al menos por ahora, todo eso se quedaba en sólo sueños.


Automatic /Capítulo 71

Nos bajamos en una heladería… Bill me dio el dinero para que yo me bajara a comprar los helados… ya que el lugar estaba lleno y no sería bueno que lo fotografiaran o lo vieran para después inventar chismes sobre él. Me tardé un pco en hacer la fila y comprar helados. Elegí uno de mis sabores favoritos y para Bill compré el que me había pedido. Después volví al coche. ¡Los helados eran gigantes!, seguro me demoraba un montón en comerlos y encima se me comenzaría a derretir… es que me conozco, y se que soy muy lenta y a veces también un poco torpe.
Nos comimos el helado mientras dábamos vueltas por la ciudad, incluso os detuvimos en un especia de parque… aunque era mucho más pequeño que un parque y en realidad o era parque porque era uno de esos lugares geniales donde puedes ver casi toda la ciudad.
Estuvimos conversando sentados en a hierva, aprovechando que el lugar era muy solitario y que casi nadie pasaba por allí a esas horas… estuvimos jugando, lanzándonos césped e incluso me resbalé al arrancarme de Bill y acabé con una herida pequeñita en la rodilla, no era para tanto, pero Bill se puso muy paranoico y poco le faltó para llamar una ambulancia. Aunque tuvo que conformarse con echarme un poco del desinfectante que tenía guardado en su coche y ponerme una bendita. Jo… e realidad me había caído fuerte y de no ser porque llevaba jeans, habría quedado mucho peor.
Cuando nos dio hambre, compramos comida chatarra para ir comiendo en el coche mientras llegábamos a casa. Bill también me compró bebida y todo eso.
Quise quedar con él para el día siguiente, pero me dijo que tenía que ir a grabar, pero podíamos quedar otro dia.
Me acordé, también, de darle la canción. Le pedí que no la leyera frente a mi, porque me daba vergüenza, y aunque se burló mucho de mi, me dio en el gusto y se la guardó en el bolsillo del pantalón.
Finalmente me dejó en casa, justo para la cena y se marcho después de darme las gracias y un beso en la mejilla.
Me encontré con las rubias y la rubia bebe estaban en casa ya cenando. Papá me recriminó con la mirada, pero Juliette no dejó que me regañara… Después de la cena Emilie me obligó a contarle todo. Y yo, obviamente le conté casi todo. Omití la parte del cementerio pero si le conté los de los helados. lo del parque y lo de mi rodilla. También omití la parte de la canción. Emilie se burló de mi por largo rato, diciéndome que Bill me gustaba y que terminaríamos como novios de nuevo.
Pff, eso no iba a pasar porque… porque, no. Sólo seríamos amigos, nada más.
Me acosté a dormir pasadas las diez de la noche. Aunque me costó un poco dormirme… y es que recordaba el día y sentía las rosquillitas en el estómago… pero finalmente, luego de mucho esfuerzo de mi parte, me logré dormir.
Desperté tarde… como a las once mas o menos, yo estaba acostumbrada a despertar antes de esa hora.
Bajé a desayunar después de vestirme y arreglarme… no supe para que me arreglaba si lo más probable sería que no saliera… aunque podía salir con Emilie, ahora que lo pensaba.
Iba terminando de bajar las escaleras cuando picaron al timbre. Como no vi a nadie dirigirse hacia la puerta, fui yo. Abrí sin mirar quien era…
- ¡Hola!. – Que sorpresa me llevé al ver a Bill con una sonrisa allí afuera.
- Ho…hola, Bill. – Saludé confundida. – Pensaba que…
- Si, voy yendo. – Rió. – Sólo pasaba a preguntarte algo. – Lo miré, expectante. – ¿Recuerdas eso de los humanoides?. – Asentí. - ¿Podría decirle eso a los chicos para inventar algún nombre para el nuevo álbum?. – Preguntó rápidamente.
- ¿Y porqué me lo preguntas?. – Reí… el termino “humanoide” no era de mi propiedad.
- ¿No te enojas?. - ¿Y porqué debería enojarme?. Negué con la cabeza repetidas veces, mientras reía.
- Gracias… Ah… y con respecto a la canción… - Enseguida sentí mis mejillas arder. – Me encanta… escribes genial. Aunque luego hablaremos sobre lo que dice. – Dijo enfadado. Sabía que su tono enfadado en realidad era falso.
- Ok… - Me mordí el labio inferior.
- A lo que iba… me gustó mucho la letra y me preguntaba si… - Oh, ya sabía por donde iba todo esto.
- La canción ahora es tuya, puedes hacer lo que quieras con ella. – Alcé ambas cejas, sonriéndole.
- ¿Incluso ponerla en el álbum?. – Hizo una extraña mueca que me dio risa.
- ¿Enserio harías algo así?. ¡Me sentiría muy alagada si lo hicieras!. – Abrí los ojos como platos, impresionada.
- Gracias, eres maravillosa. – Me dijo antes de apretujarme y comenzar a besar mis mejillas y nariz repetidas veces. Reí, sintiéndome extremadamente nerviosa, sintiendo las cosquillas en el estómago y mi rostro arder.
- Ejem… podrías alejarte un par de pasos de MI maravillosa hija. – Bill me soltó de golpe.
Papá.
Capitulo 157.

Sentí mi rostro arder horriblemente. ¡Papá había visto a Bill abrazándome! Y, y buscando la cara. ¿Esto podía ser más terrible?. A mi no me gustaba que él me viera así, ¡era mi padre! Y seguro ahora lo mal interpretaba todo y como Juliette no estaba. Agh. Ojala las vacaciones de papá terminaran luego… yo… yo necesitaba un poco de privacidad, no lo sé. Aish, y es que ni siquiera me entiendo a mi misma, antes me gustaba pasar tiempo a solas con papá… pero ahora era todo tan diferente. Papá estaba casado, a mi me gustaba un chico y todo se estaba volviendo más y mas confuso para mi.
- Papá… - Me quejé, dando media vuelta para mirarlo.
- Lo siento, Marc. – Se disculpó Bill, el pobre seguro estaba igual de avergonzado que yo.
- No quiero que la vuelvas a tocar de esa manera. ¿Son amigos, no?. – Reprochó papá, tomándome del brazo para hacerme avanzar hacia la casa. Fruncí el ceño enojada.
- S… si. – Contestó Bill.
- Papá, no te pongas así… - Le pedí. Podría haberle dicho un par de cosas más pero no podía, simplemente no podía.
- No es para tanto, Marc… a demás, sólo le estaba agradeciendo una… - Miré a Bill, este se había quedado con la mirada clavada en el rostro de mi padre y había desfigurado el rostro sin haber terminado la oración aún.
- Una canción, papá. – Dije casi con miedo.
- Eh… yo… me tengo que ir. Adiós, Marc… nos vemos Karla. – Se despidió Bill… aunque no se acercó para besarme en la mejilla o nada por el estilo. – Te llamaré por la noche para quedar mañana. – Me sonrió. Estaba segura de que a papá le estaba hirviendo la sangre.
- Genial… Adios, Bill. – Le hice una seña con la mano… en eso él ya había llegado a su coche.
- Mañana… - Murmuró papá volviendo a entrar en la casa. Suspiré y cerré la puerta. Nos estábamos distanciando últimamente y él se estaba comportando de una manera muy extraña. Muy sobreprotectora… quizás estaba un poquitín celoso, como decía Juliette. Pero él ya estaba lo suficientemente grande y viejote como para tener muy claro que yo no lo iba a dejar de querer por más que saliera con amigos. A demás… ¿qué momento padre-hija podíamos tener si él se pasaba el día con Juliette?. Yo también tenía que buscar mis entretenciones…